El recorría sus pensamientos, cada uno de ellos los llevaba irremediablemente a ella. Otros instantes llegaban a él como recuerdos de lluvia; perdiéndose en la inmediatez de la lascivia. Pero ella ahora se enfrentaba a él, ella reclamando a su hijo y el un pobre un fracasado más.
Porque el cumplía con sus días de labores, con sus preocupaciones de empleado mal pagado. Muchas veces se privaría del sueño para ayudar a su hijo en las tareas; mientras sentía la daga del deber apoderarse una vez más de su tiempo y de sus fuerzas. Pero él se mantenía en pie muy a pesar de todo.
A él no le importaba con quien se enfrentaría. Para él, el mundo es un puño cerrado que con ayuda de una pata de cabra podría abrirse. Tratándose de sus hijo el haría frente a la chica de las grandes orejas, que viene reclamando cigarrillos y la tenencia del menor.
Algo transcurre entretanto, alguien llega a él con noticias. La madre, sí aquella provista de traje de overall y también de cigarrillos; acaba de internarse. Los cambios siempre llaman la atención; pero él no era tan inocente. “Hijo, ¿ qué te parece si nos vamos de paseo?”.
Porque el cumplía con sus días de labores, con sus preocupaciones de empleado mal pagado. Muchas veces se privaría del sueño para ayudar a su hijo en las tareas; mientras sentía la daga del deber apoderarse una vez más de su tiempo y de sus fuerzas. Pero él se mantenía en pie muy a pesar de todo.
A él no le importaba con quien se enfrentaría. Para él, el mundo es un puño cerrado que con ayuda de una pata de cabra podría abrirse. Tratándose de sus hijo el haría frente a la chica de las grandes orejas, que viene reclamando cigarrillos y la tenencia del menor.
Algo transcurre entretanto, alguien llega a él con noticias. La madre, sí aquella provista de traje de overall y también de cigarrillos; acaba de internarse. Los cambios siempre llaman la atención; pero él no era tan inocente. “Hijo, ¿ qué te parece si nos vamos de paseo?”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario