Por segunda vez tomaba su rostro entre sus manos y comenzó a engullir su barbilla con su lengua. Alocada, frenética, como si la escena fuera reservada por sólo unos minutos. Pero tuvo que volver a la realidad. El chico que tenía frente a ella, ambos sentados en un sillón; sólo quería conversar. Y lo hacía bien porque sonreía, la miraba, le prestaba atención, la escuchaba... Pero llegaron de pronto a arreglar la puerta de madera del baño de damas y algo del diálogo original se fue perdiendo o interrumpiendo.
- ¿Y eres casado, soltero, divorciado? - lanzó la pregunta emblema mientras se lo devoraba con los ojos.
- ¿Importa? - respondió su objetivo humano y sexual.
- No me importa para nada...
Ambos seguían esperando a ver quien se animaba a iniciar el beso o el encajar entre los sillones por si sucumben al placer. Pero seguían acomodando la puerta de madera del baño de damas y esos dos utilitaristas o mantenedores no sabían ni lo que estaban haciendo, dado que demoraban. Eso causó malestar en el galán elegido y regresó a la base original donde estaban los amigos.
- Es atorrante, vio que mi celular era Android y dijo puaj. - reclamaba el mas risueño de todos.
- Es bien fea, mírala bien. ¿Eso son piernas? - se escuchó la voz de uno de los amigos.
Volvieron a cruzar miradas, pero él decidió continuar la dirección de la suya hacia la base original donde estaban los amigos. No se animó a acercarse a bailar junto a ella. Y así pasó el tiempo como también otras miradas, hasta que ella decidió irse; y el pudo darse cuenta que aquella descortesía de su parte tuvo una empática y sana justificación.
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