lunes, 31 de diciembre de 2012

Somalia




Mis amigos sólo me dejaron una pequeña barra de chocolate. No era justo, por cuanto ellos recibían una justa pensión. Tampoco, porque no era la forma de reconocer mi esmerado y paciente trabajo, en vísperas de navidad aquí en el taller. Pero no podía reclamar, así  encerrado como estaba.


La ventaja de mi reclusión, aquí en Somalia, era que disponía libremente de mis intérpretes. Ellos no estaban al tanto de mi sentencia, pero ayudaban a que resulte menos terrible. Aunque ya no me interesen, estas venidas de fin de año y ni siquiera esos amigos que podían responderme los abrazos.

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