lunes, 31 de marzo de 2025

En la Eternidad de Yidda

 - ¿ Acaso estás loca? ¿Me vas a cambiar de vuelo?
- Sí, tienes que verlo. Sé que te mueres por verlo.

El teléfono resonó ligeramente al colgarse, contagiado acaso de una sonrisa de quietud que tras el acuerdo de dos colegas en cambiarse de turno de vuelo de interconexión; abrigaría la esperanza de una de ellas de re-encontrarse con el gran amor de su vida, producto de una reconciliación.

En el vetusto hangar mientras tanto, entre el clamor de horas y acumulación de sueño, un mantenedor no se percata que dejó cubierta la pieza con una cinta que más tarde no articularía el sensorizado, de la aeronave con destino a SCL. 

En la mente de Yidda, no quepa esta vez el destino final; pues ante la emergencia se precisa retornar a LIM. De pronto el calor de sus mejillas se vieron opacados por una sensación térmica inimaginable producto del abrupto descenso. Ya no oye más los gritos en los pasillos, ya no pasa por su mente el inquirir por instrucciones en cabina. Divisa nuevamente por las ventanas las tenues luces de un acaso a prueba de colisiones, cierra los ojos y a su propia paz; decide no abrirlos más.


Academia de Peluches

Martina tiene muy en claro que tras el paso del tiempo, no quedará más de su estatura ni de su peinado; empero sí de aquel oso de felpa que lleva consigo a todas partes. 

Este pensamiento pasó por su mente cuando tenía apenas doce años y tenía la mirada atenta de sus padres puesta en ellas; empero no del futuro que se tenía en mente.

En cambio ella tenía la mirada puesta en el peluche, lo tenía desde los siete años y siempre se preguntó por qué exactamente tuvo que ser de un oso y por qué tenia que llevar algunos trajes de adulto.

Aquel peluche tenía un denso pelaje marrón y una despintada nariz, llevaba un sombrero pequeño de copa y tenía la sonrisa levemente cosida; que parecía que cuando ella estaba contenta aquel osezno se sumaba a las celebraciones en murmullo.