Era otro país, otro hablar, otra forma de
mirar para atraer al sexo opuesto por parte de los hombres. Ahora prefería a
los tipos elegantes, con trabajo de oficina. En Medellin, el que menos era o un
fascista encantador o un ejecutivo de arte urbano, pero siempre comunicador;
como ella.
El hotel quedaba a pocas cuadras del centro
de convenciones. Su esperanza de retorno, era la misma que la de aquel conjunto
de almas y habitantes. Ella era la reina del mundo mientras contaba con el
pasaje de regreso. Necesitaba sólo tres días de conferencias y reuniones,
pensar en que junto con ella muchos cambiarán el mundo. El llegó.
- Trajiste la cámara que te pedí- ella le
preguntó luego de su cariñoso beso.
- Claro aquí está- y de inmediato el
capturó una foto de ella y su rostro de inquietud que le marcaba dos hoyitos en
la cara.
“Claro, te iba decir que lo hagas rápido”
Sin darse cuenta era ya el último día. Ella no llevaba ahora una maleta
rodante; tenía un certificado de participación. De pronto ella quiere una foto
con él, pero nadie más ha quedado de esa caterva, ni siquiera un chico que le
aborde como hizo él dos días atrás, para cuando se le hizo difícil llegar al
auditorio central; no había nadie más. Sólo ella, él y su glorioso pasaje de
retorno; hacia el infinito.
Surco
19/10/12
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