El grano de maíz había caído al
mismo nivel de sus patas. El ave sólo necesitaba retroceder un poco para así inclinar
su torso y llevar el alimento a su pico, iniciando así un largo y repetitivo
proceso de digestión.
Fue así que súbitamente
cayeron más granos. La distancia esta vez variaba un poco con relación a la de
la primera muestra alimentaria; pero era necesario iniciar con la alimentación.
El torso se inclinaba, el pico descendía, retrocedía su presencia y así por
segunda, tercera, cuarta, quinta, sexta, séptima; luego diez veces y finalmente
dos. La anciana acababa de expirar.
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