martes, 27 de marzo de 2012

Hiroshimas' Song


"Cuando miren al cielo, piensen en dos posibilidades: o el sol o la luna”


El verano repuntaba con insistencia solar y gaviotas a la bahía de Tohito. No sería una estación más para Ashley Nichols, tampoco habría tiempo para los recuerdos, los juegos aburridos de las clarisas, las pretensiones del soldado Mark. La joven, y ahora comprometida, maestra de Inglés sólo tenía una idea fija en su mente y era la de aleccionar a sus diez niños del internado Hikari.

“Domo Joshio san” saludaba agradeciendo el cariñoso beso de su prometido, el sobrino del emperador japonés. Joshio Nomotsuro era el afortunado hombre de negocios que había conquistado el corazón de la bella maestra de inglés. Ya no había espacio para Mark, sus bailes torpes, sus besos irreverentes y presurosos. América era sólo una estela difusa en su mente.

Natsumi, llegó más temprano que de costumbre para darle como siempre el primer Good Morning Miss “Nisholos” y Ashley como siempre, mostraba la sonrisa más resplandeciente de la isla. Las clase comenzaba siempre puntual, con todos los niños ya en el pequeño salón y siempre saludando a la maestra previamente, en Inglés. Aunque convendría afirmar que Natsumi, no era la única en tener problemas con el apellido de su linda maestra.

Joshio lucía turbado, nervioso; desesperado. No dejaba de pronunciar Iwoyiwa y Nagasaki, lugares con armamento y poderío de tropas que supiera hacer frente a las fuerzas aliadas; y mantener a Japón a quien nunca le interesaron las guerras. Pero Ashley siempre tenía una muy buena salida, para temas tan tristes. Esta vez su novio decidió acelerar la marcha, rumbo a casa de sus padres; rumbo a esclarecer un poco más las cosas. Pero el japonés y las circunstancias bélicas, parecían tenerle sin cuidado a Ashley, al punto que ellos no saludaron al inicio.

Pero llegaron los días insostenibles, violentos ruidosos y marcados de ruido metálico. Eran tiempos de Guerra y ella lo sabía muy bien “Jamás, Joshio, yo permanezco aquí con mis alumnos, esto pasará y yo me reuniré contigo” Pero Joshio, conocía muy bien la mirada de los occidentales y pudo sentir de parte de ella toda la necesidad de consuelo y un abrazo; empero él se retiro.

Aquella mañana de agosto del cuarenta y cinco; se había impregnado de toda la brisa del mar y de las voces más dulces de los niños de la Isla. Pero muy pronto esa sonrisa se detendría ante el sentir del estrépito de los aviones que levaban polvo y un sonido penetrante en el oído. “Pero, de acuerdo niños, yo iré a conversar con el párroco.” Veían la forma de permanecer a buen recaudo dentro del jardín, porque el hecho de salir, sería imposible.

Comenzaron la clase, con el repaso de los colores. Los niños estaban preocupados. Era oportuno sonreír aún más, bromear que el regalo del emperador sería una enorme mansión donde tendría muchísimos animales. La calma entonces se apropió de ellos, afuera, el estrépito, el olor impregnado de combustible a los alrededores. ¿Qué estaba pasando, qué tendría que ver la guerra con Japón? “Pearl Harbor…, santo Dios qué piensan hacer aquí” “Sensei juguemos una vez más”.

Entonces inició la danza de los animales. Comenzaron nombrando al perrito, describiendo sus cualidades de Keeper and loyalty. Ashley se estremeció de pronto con el paso más raudo de los aviones, “Chicos, abrásenme por favor, vamos a cantar” Pero el canto no iba transcurrir tan fácilmente. Porque la ciudad parecía retorcerse, “Mis niños” pensó. Ya habían comenzado con la ronda citando al tan conocido perro y después continuaría con el gato y la jirafa.

Pero Ashley, tomó una determinación y llamándolos uno por uno, por su nombre los unió en un circulo y haciendo que se tomaran de las manos, les pidió que por nada de este mundo se separen “Aún cando yo me suelte de Uds. por casualidad. Bueno sigamos con la ronda” El corazón de Ashley ya no era el mismo, parecía ahora un portaaviones.
Los niños aún no entendían porque estaban junto a la maestra, tampoco de los ruidos.

Fue en el preciso instante cuando la maestra comenzó a llevarles de la mano y explicar los sonidos, comenzando del perro. Cada uno de ellos tenía una sonrisa infinita en el rostro, que parecía una escuela de ángeles. Entonces la joven los abrazó súbitamente con fuerza, una columna de aire se aproximaba hacia ellos, pero de pronto esa columna comenzaba a quemar aún más la atmósfera y ya no se podría respirar.

La llama los envolvió junto al igual que los veinte kilómetros restantes. El señor peluche se habría librado de la embestida de la muerte. Y la isla, la tan bonita isla, sólo era una humareda sin opción a la esperanza.Pero que en el fondo contenía la esencia de esos ángeles héroes de la alegría y de la unión aún a pesar de la guerra, aún a pesar de los idiomas que en una orden nefasta acabó con esos sueños de cielos y animales.

Santa Eulalia
27/03/12

IV - Jerry

Jerry sabía perfectamente lo que su ex – compañera de preparatoria le iba a transmitir al notar que él acababa de llegar recién. Claro que el nunca supo descifrar el pensamiento de los demás (mucho menos el de las mujeres), pero sabía predecir algunas frases.

- Así que te dedicaste nuevamente a tus asuntos y olvidaste que tenías que explicarme de eso que…
- Discúlpame, pero francamente tuve un asunto familiar que me impidió cumplir contigo, pero prometo que para la próxima vez…
- No habrá próxima vez Jerry Johnson.

Jerry Johnson era administrador de negocios internacionales de profesión, contaba con veinticinco años. Pero en secreto, era médico especialista en patología psiquiátrica animal, forense para especies cordadas. También era una excelente atleta, políglota; aunque en ambos casos no era tan secreto.

El joven médico, había estado en París, por encargo de su padre; quien requería descargar de uno de sus laboratorios una muestra de ADN digital de una ballena jorobada adolescente. A pesar de que no era su especialidad, sabía de que se trataba.”Temo que voy a decepcionar a alguien durante estos breves minutos allá en América…” Ese alguien era Cynthia, quien lo estuvo esperando precisamente durante esos quince minutos, hasta antes de pronunciarle aquellas frases.

Chosica
11/02/12

Languidecer



a Blanca Varela





Sus brazos esparciéndose entre la oscuridad, su mirada apostando el infinito de su cuerpo, como una estrella frente a los ojos de un planeta del que se busca habitar. Su mirada otra vez, férrea y decidida como siempre, inconclusa aún para la sonrisa de su pluma.

Ella transcribiendo una voz, una voz compartiendo las caricias de una jornada de placer; de un rostro cansado que sólo ansiaba su cuerpo y que era capaz de conocerlo como una manzana ácida, o como una teoría que acababa con su sueño de jovencita de letras, sometida al final inigualable de una inanimada soledad.

Una Señal Para Milena

Cuando Milena supo que el pequeño coyote que tenía frente a ella, no tenía nada en común con su tan ansiado regalo de mascota de perrito; puso el grito en el cielo. Y es que ante la negativa y el gesto de su padre, para cuando llevó al animalito a casa; le hizo tomar a ella una determinación. Y fue de mudarse muy cerca al almacén donde pensaba cuidar a su pequeño.

El primer día Milena llegó a desayunar con una severa molestia cervical. Pero ella con su determinación, trataba de demostrar que con cariño y aprecio, un animal como su pequeño jamás atacaría a los demás integrantes de la granja.

“Además no os preocupéis, porque tu hermanito también me ayudarás a cuidarlo.” Pero su hermanito no respondía nada, porque aún tenía cuatro años, empero tenía todo el deseo de opinar.

Cuando el animalito llegó cierta vez a casa, notaron lo educado que se había puesto. Pero llegado el día de la entrega de los regalos para los niños, Milena puso el ojo en uno de los paquetes, el más grande el que sería para su hermanito. Mas de pronto dio ella un brinco y tomando a su mascota se fue al jardín feliz, feliz de que cerca al borde superior de la cajita, decía que el producto era para niños mayores de cinco años.

III - Nebuloso, el Pesar



Aquella cuantiosa herencia, según un legajo tramitado providencialmente, correspondería ahora para él. Pero y qué hacer con toda esa suma, ¿en qué invertiría? ¿Con quién se asociaría, si él era un advenedizo más?

-Puedo tomar una sola decisión y es partir a la Oceanía y emprender en lo que más me agrada; la investigación por ejemplo.- Decía a viva voz en una taberna.
- Señor, tenemos que cerrar; aquí tiene la cuenta- Interrumpía el dependiente quejándose, de paso.

Esto ya no se trataba de un sueño más, el viaje de regreso a las islas del sur era inminente y muy necesario, por cuanto requería desarrollar su idea ahí. Porque estaba fascinado con el sólo hecho de iniciar sus actividades predilectas.

La vida animal era una de ellas; descubrirla. Algo que siempre él quiso era dedicar su tiempo a la exploración y al descubrimiento de nuevas especies. Entonces una bien instalado en su destino, adoptó un nuevo nombre: Thomas Johnson – Médico Investigador