sábado, 20 de noviembre de 2010

La Frenética Vida de Ursula Hirschmann



La noche que siguió (por obvias razones) a la tarde en la que le anunciaron su ascenso; fue más bacanal que un Satiricone de Fellini y más perjudicial que una sobredosis de ají, “Oye, que te pasa ingrato. No te dije nada porque ahí no encajarías” No me importaba, pero ella (Ursula Hirschmann, graduada en Contabilidad con Maestría en Pasivos Ambientales) era objeto de mis preocupaciones. O quizás nunca lo fue y por eso Percy, mi hermano que está en Buenos Aires, sin saber mucho de mí, tenía razón con eso de que “Te la quieres levantar, pendejazo”.

Yo conocí a Ursula pidien en una de las asesorías de esos grupos de estudio fichazos. Pensar que yo solo iba a tomar apuntes de mi mejor amigo de barrio, que estudiaba en la U de Lima (Álvaro, que también está en Argentina pero no sé dónde chucha). Y apareció ella, cansada porque venía de sus prácticas en BDO (que nunca supe que mierda era esas siglas). “Profe puede repetir de nuevo todo, chicos esto corre por mi cuenta sorry”. Esta tiene que ser mi amiga , carajo; me dije. A la semana ya estábamos “tirando” nuestros primeros tragos, en su departamento. Desde que le hablé por primera vez me dijo que vivía sola.

“Cáchame, huevón” Ella andaba hasta al culo cuando me dijo eso. Yo para empezar no entendía ni mierda de lo que había apuntado y el huevón de Álvaro, a quien quería presentarle a mi amiga, se había tirado la plata de su mensualidad nuevamente yéndose a Máncora. Y yo con una cojuda que sólo decía “Cáchame, huevón”. Yo nunca lo había hecho y me jodía que cada vez que ella decía eso, tenía la botella del Baylis en la mano (yo tenía el vaso, por momentos creía que en el fondo ella me pedía el vaso como invitándome al Salud). Pero Ursula Hirschmann quería otra cosa y lo consiguió luego de dejar su botella de trago con chocolate en la mesa, luego de agarrarme del cuello para chuparlo para después estirarme el falo (no comprendí como lo hizo) y acomodarlo a su entrepierna recientemente descubierta en menos de un segundo.

Así comenzó todo, “No sabía que eras gay. Puta que desperdicio, eres riquísimo haciendo el amor” Ella me lo decía de frente, sin tapujos. Ella iba incluso a la misa y se confesaba, “El amor nos hace libres querido”. Había estudiado en la Señora del Consuelo y sus frases del maricón de San Agustín me tenían cojudo. De la nada aprendí muchas cosas, ya sabía de los ratios, ya construía estados financieros, siempre el balance a una fecha determinada como ella decía “No seas gilazo, es como la fotografía que le tomas a tu empresa en un determinado momento”. Después seguía jodiendome “Habla cuándo la repetimos, tienes un traserito uyyy”.

Siendo ella como era, no imaginaba pesar alguno en su vida. Visitaba a sus papás cada fin de semana, salía cada fin de mes con el pata de su jefe “Un tío casado pero que coge riquísimo”, ya le faltaba poco para terminar la carrera y ella que me animaba a que estudie eso y yo que “No lo sé, a mi encantaría ser veterinario o bien peinar” “Peinar, eres todo un cabrazo jaja. Pero te quiero sabes, eres un tipo bien humilde y chamba. Yo te voy ayudar, asi como te jodí esa vez…” “Ya carajo, no empieces” “Esa vez con el Baylis…jaja. ¡Escucha mierda! Te voy a ayudar” A la semana, me llegó a la jato una invitación a una escuela de estilistas en Miraflores.

Conseguí un trabajo en una tienda de mascotas. Yo no supe por unas semanas de Ursula Hirschamnn. Ya se había graduado. Me llegó un correo electrónico se iba por un año a Colombia a seguir una maestría. Ese año se pasó al toque. Tanto así que habiendo conocido de negocios, entre clases de mierda (me botaron a los tres meses del grupo de estudio porque el huevón de Álvaro justo se había quitado a no sé dónde chucha en Argentina) y conversaciones con mi amiga; puse finalmente un negocio de peinado para mascotas.

Paso al toque el año y Ursula Hirschmann había aplicado a un chambón en una minera. Me dio la primicia luego de llevarme a dos mascotas suyas que olían muy bien a pesar de “Vivir contigo, jaja” “Calla maricón de mierda jaja. Te amo”. Por momentos hubiera querido ser hombre con ella, lástima que su torpeza en mi debut, producto del chocolate de mierda ese, la haya jodido todo. Pero yo quería vivir sólo, sin parejas amando la naturaleza, el mundo a sus seres “Y a las pingas, si o no causita jaja”.

Ella era una loca definitivamente. Una loca con figura escultural, producto de no sé cuantas horas en el gimnasio, una loca con una cirugía en la nariz, una loca de cabellos castaños que sucumbieron al rubio, una loca de cabellos muy bien cuidados con crema de jojoba, una loca de sonrisa exquisita, de senos turgentes y unas caderas imponentes que parecía que vinieran con cambios, mismas cajas mecánicas. Haciendo spinning era una diabla de mierda, haciendo pilates era un ángel arrechante, con fitness era una diosa malcriada. Y yo era el gay que le pasaba la toalla.

La hierba al principio era riquísima, pero ya en dos ocasiones hice un pésimo trabajo al emular el peinado de la princesa Leya en dos de mis clientas favoritas, una pekiness y una chit zu. Era una huevada, aún cuando no tenía nada que hacer. Pero ella ya había experimentado esas cosas desde que entro a la Cooper de mierda esa. Pasaron justamente seis meses cuando la ascendieron, espero que por su buen”…desempeño en la cama.” “Ya no jodas huevón, por qué eres tan resentido.

No me jodió que no me haya dicho nada, me jodió que se había coqueado, de que había tirado con dos huevones a la vez mientras, sus jefes y los gerentes la veían y quien sabe se animaron a contraer algo con ella. Yo decidí hacer un viaje. Así que decidí dejar el negocio a mi asistente y ahora socia Carmencita Pacheco.

Aquí en Ámsterdam, las cosas que he visto no se comparan a las que sentí ver o creí que pasarían en Lima. No sé como llegué aquí, lo cierto es que por ahí Ursula Hirchsmann se enteró que llegué a ganar diez veces más que ella, peinando a las mascotas asquerosas de la realeza.Ursula Hirschmann ya no me quiere hablar más, yo tampoco. Me devolvió dos pasajes que le envié para que viniera a visitarme, le llegó al pincho.

Anoche quise comenzar a escribir una carta para ella. Le pregunté a Hans, mi actual pareja de dos metros de estatura (y mi contador), cómo debía comenzar. El me sugiero que pusiera Querida y el clásico espero que te encuentres bien. Ya al castellano, inicié mi carta así “Queridisima Ursula Hirschmann (“Puta madre deja de llamarme con el apellido”) Espero que al leer estas líneas te encuentres bien de salud (“Prueba esta, mira está buenaza”).

A la mañana siguiente, en una de mis acostumbradas visitas a mi portal peruano favorito leí esta noticia. “Con fuertes escenas de dolor despiden a los tres jóvenes fallecidos en el trágico accidente del pasado domingo….Por otro lado la familia Hirschmann también expresó su indignación por la lenta investigación de los hechos . Ursula nuestra hija, no descansará en paz hasta que el responsable no esté en las rejas”. Imposible, dije luego de que una lágrima cayera de mis ojos y antes de abrazar a Hans, que no entendía ni mi castellano ni el de la noticia. El responsable nunca irá a las rejas, porque está en todas partes. Y porque Ursula Hirschmann nunca lo hubiese querido así, porque su amor y dependencia lo hacía libre.

“Adiós cojuda de mierda. Adiós mi amor”.
Ellos nunca lo notaron. Efectivamente sus padres tenían razón. Que mantuvieran esa clase de actitudes en las fiestas no sólo les llevarían al fracaso social (traer un engendro no deseado al mundo, que la gente no les devuelvan el saludo, por ejemplos) sino que también consideraríamos a la muerte.

- Pablo, pareces un papa hablándonos de esa forma.
- Ustedes no entienden, parecen unas marionetas haciendo lo que ellos les piden.
- Pero estamos entre patas, qué problema hay. –Acotó uno de ellos, el que vestía siempre de rojo.
- De acuerdo, haré como si me hubieran entendido.

Ellos nunca me entendieron. Para cuando el diario de mayor circulación del país anunció la trágica muerte de los hermanos siameses, un poco más y también cubrían la de sus padres. Efectivamente sus padres tuvieron razón. Las orgías y las drogas son muy peligrosas para los siameses. Ellos lo entendían porque fueron jóvenes, pero para todo hay límites. Me pregunto ahora, si confiándome a la fe de los papas, los volveré algún día en el cielo (porque estar cagado del cerebro no significa ser malo). Quién sabe si esta vez por separados, porque para diosito no existen que Noruegas y operaciones de medio millón. Y si es así, ahora que voy a rezar por ustedes; porten esta vez buena ganya.

Pequeños Síntomas


Yo me sentía mal cuando nuestros padres nos preguntaban por la fecha de plazo. Y lo sentía aún más cuando andaba pensando en una fecha precisa; para cuando trabajaba en la construcción. Habían pasado esos dos meses así. Yo había dejado de pensar como un veinteañero; ya pensaba en jubilarme incluso. Pero un plazo, eso no importaba y había dejado de ser preocupación mía para cuando Mickey recayó en una enfermedad.

Lo de siempre, como me decía mi hermana, Pérdida de apetito y cansancio son evidencias de una fiebre, ¿Puedes detenerla?, Tranquilidad, veré la forma de aquietar esto. Al principio los cuidados de Meche funcionaron; pero aconteció la muerte repentina de Tomas, el perrito que había superado el parvovirus inicial. Entonces notamos que el resto de los perros, un veinte por ciento, andaba con los síntomas. Fue ahí que Mickey entró en acción.

Dama


Su cabello era perfumado por una flor, tan desconocida como la procedencia de su homenajeada. Pera esa flor andante ahora estaba muy cerca de mí. Muy cerca de mi cuerpo, de mi presencia y del “Hola, ¿le ayudo con la ventana?” y más tarde su sonrisa con un “Gracias, que amable. Está bien”. Y yo feliz.

El viaje termina y desciendo del transporte público, para perderme. Ella parece tomar el mismo camino. Llego al antro de la lujuria, llego a una cama en ruinas; muy indispensable. Y en el cuarto del costado, ella; ocupada en su arduo y triste trabajo.

Llegó Mickey


De corazón lo estábamos esperando, llevándolo a casi la ingesta; era sentir un gran temor porque se podría contagiar. Y qué si él estaba vacunado. Nunca se sabe en verdad. Meche ya no andaba como loca, ahora parecía una paciente más, presa de los nervios como estaba. Tuve que tomar una decisión. Fue así que comencé a trabajar en la construcción de algunos ambientes.

Pero algo raro había en Mickey y era que a su llegada, el mismo iba donde sus amigos-hermanos, como de seguro los llamaba. Era él que sin temores se acercaba a los enfermos, jugaba con ellos. Mickey parecía un médico incluso hasta para mi hermana. Yo no salía de mi asombro. Pasaron así dos meses.