sábado, 20 de noviembre de 2010

Ellos nunca lo notaron. Efectivamente sus padres tenían razón. Que mantuvieran esa clase de actitudes en las fiestas no sólo les llevarían al fracaso social (traer un engendro no deseado al mundo, que la gente no les devuelvan el saludo, por ejemplos) sino que también consideraríamos a la muerte.

- Pablo, pareces un papa hablándonos de esa forma.
- Ustedes no entienden, parecen unas marionetas haciendo lo que ellos les piden.
- Pero estamos entre patas, qué problema hay. –Acotó uno de ellos, el que vestía siempre de rojo.
- De acuerdo, haré como si me hubieran entendido.

Ellos nunca me entendieron. Para cuando el diario de mayor circulación del país anunció la trágica muerte de los hermanos siameses, un poco más y también cubrían la de sus padres. Efectivamente sus padres tuvieron razón. Las orgías y las drogas son muy peligrosas para los siameses. Ellos lo entendían porque fueron jóvenes, pero para todo hay límites. Me pregunto ahora, si confiándome a la fe de los papas, los volveré algún día en el cielo (porque estar cagado del cerebro no significa ser malo). Quién sabe si esta vez por separados, porque para diosito no existen que Noruegas y operaciones de medio millón. Y si es así, ahora que voy a rezar por ustedes; porten esta vez buena ganya.

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