domingo, 19 de abril de 2009

Cristo por Nosotros

Todos lo ignorábamos, si nos acordábamos que un pan acababa de endurecerse y sólo si había tiempo y buen humor, se lo llevábamos. Crecimos con la idea de que nos asustaba y que perseguía a nuestras chicas para llevárselas a un lugar oscuro, porque para los grandes, ni cama tenía.

Nuestras abuelas lo llamaban Cristo Pobre. Nosotros el Cuco. Pero en honor de la verdad este era un Cristo. Su única defensora, doña Carmela del Prado, argüía que el era diferente, que lo había conocido de mozo y que era muy apuesto y caballeroso.”Que por una mujer se volvió así”. Según mamá, doña Carmela era una cucufata más. Esto comentarían al poco tiempo de sus funerales. Coincidentemente nuestro Cristo había cambiado.

No entendíamos cómo pudo cambiar de la noche a la mañana, cómo una vieja odiosa significaba tanto en su vida. Pero fue la prueba de que la finada no mentía y que si bien Cristo aceptaba nuestros panes secos, era porque había otra persona que lo “alimentaba” bien.

Había pasado un mes sin que supiéramos de él. Extrañamente un hombre muy apuesto hacía su aparición en la mansión de doña Carmela. No supimos si esto guardaba relación con doña Carmela, pero viene al caso debido al enterarnos por este Señor de que nuestro Cristo había pasado a la gloria de Dios. Al poco tiempo nos enteramos de que el misterioso señor había vendido la casa.

Por la noche nos sorprendió una lluvia especial. Ya nos habíamos resignado a que nuestro Cristo se había ido a la Gloria de dios o de segura a otro distrito donde tendría mejores benefactores de alimento. Cuando salí a asegurar la puerta que daba al jardín me percaté de la presencia de un sobre abultado. Grande sería nuestra sorpresa cuando mi hermano y yo encontramos mil soles en efectivo con una nota que decía:

“Por el trabajo de las casi quinientas tostadas de todo este tiempo – Un servidor, Cristo Pobre”
Lucía niega que la historia es interesante, pareciera que quisiera ganarse el pan hablando de historia. En el Perú podría hacerla linda. Aquí todos parecemos historiadores y sólo basta un diario de dos soles. Lucía vive su propia histeria.

En la Antártida, otra Lucía investiga los niveles de glaciación óptimos para asegurar la reproducción del zooplancton. Hacía dos años que había terminado con Marcos, un imbécil puerto riqueño que lo único que pensaba era en que ella estuviera encima de él y dibujando imaginariamente ochos. Lucía arguye que tiene tiempo para todo, al cuarto mes de oscuridad decide enviar correspondencia a Venezuela, desea parabienes y da muchos besos. Más tarde recibiría a Francois su maestro francés de conservación, de seguro harían el amor como dos meses atrás. Definitivamente hay tiempo para todo. Definitivamente todos tenemos un destino que aunque frío o de dos soles nos hace feliz en este mundo de mierda.

Confesiones de Vuelta a Casa

Luego de un motivador desayuno con tendencia a almuerzo y sobremesa, continuamos el camino a Lima. Don Augusto aprovechó para decirme que el futuro de su empresa dependía de su salud y que sus hijos (“Ya los vas a conocer.”) se oponían a que su padre continuara trabajando. “De haber sido soltero ya hubiera tenido mi flota de camiones, pero ya ves mejor es no estar sólo”. A mis dieciocho años no quería saber nada de hijos. Tenía a mi padre y a la madre de mi madre que era como la madre de mi padre cuando murió la madre de éste y mía, cuando murió mi madre.

Estas reflexiones terminaron por acabar mis ilusiones como camionero, cuando don Augusto terminó refiriéndome que le hubiese gustado terminar su secundaria. En ese momento comprendí que lo mejor era animarlo a que cumpliera ese sueño, antes de retirarse en definitiva de su carrera como chofer.”Por supuesto que aceptaría que fueras mi profesor particular”. Haciendo algo de cálculos comprendí que no pasaría más de un año mi trabajo como ayudante.

Serafín

Cuando Bonny se percató que el pesado de su hermano traía un conejo herido, no sólo lo quiso mucho por única vez, sino que improvisó inconscientemente un gloria a dios por la bella presencia que tenía frente a sus ojos.”Te ayudo con él hermanito”.

-Estas loca, puede ser curado.-Le dijo con severidad.
-No importa está lindo, dámelo te ayudo.-Insistió la pequeña estudiante.

El pequeño conejo consiguió llegar a los brazos de una tenaz Bonny. “No te puedo llamar Bugs porque nuestros amigos nos molestarían mucho al decirnos esposo y esposa. Así que te pondré Serafín, en honor de la primera mascota de mi hermano.”El cambio le vino preciso a la pequeña porque terminó con meritos sus estudios secundarios y la universidad como Medico Veterinario. Ese fue un conejo de la suerte y sin llamarse Bugs.

Un Poco de Amor


Cabizbajos , enterado ya de la buena voluntad de nuestro finado cliente, pasaron treinta minutos de silencio hasta que don Augusto me dijo.

-La hija no dejaba de mirarte.
-Bromea, ella lucía muy triste.-Le respondí no sin despegar mi mirada de la vía.
-Te olvidas que tengo mis años, esas cosas uno ya lo domina.- Puntualizó no sin volver la mirada hacia mí.

Posiblemente tenía razón, la muchacha que de seguro frisaría sus veintitrés años, no tenía a quien mirar para tranquilizarse sino a mí. “Nunca tuve tiempo para el amor” recuerdo que fue lo último que le dije a mi jefe antes de cerrar los ojos. Al despertar, ya previo al desayuno, me apresuré a limpiar el espacio de las cargas. Aún tenía el cansancio del día anterior. Me pregunté si la señorita Hernández asumiría la dirección de aquel negocio.