domingo, 19 de abril de 2009

Lucía niega que la historia es interesante, pareciera que quisiera ganarse el pan hablando de historia. En el Perú podría hacerla linda. Aquí todos parecemos historiadores y sólo basta un diario de dos soles. Lucía vive su propia histeria.

En la Antártida, otra Lucía investiga los niveles de glaciación óptimos para asegurar la reproducción del zooplancton. Hacía dos años que había terminado con Marcos, un imbécil puerto riqueño que lo único que pensaba era en que ella estuviera encima de él y dibujando imaginariamente ochos. Lucía arguye que tiene tiempo para todo, al cuarto mes de oscuridad decide enviar correspondencia a Venezuela, desea parabienes y da muchos besos. Más tarde recibiría a Francois su maestro francés de conservación, de seguro harían el amor como dos meses atrás. Definitivamente hay tiempo para todo. Definitivamente todos tenemos un destino que aunque frío o de dos soles nos hace feliz en este mundo de mierda.

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