martes, 22 de noviembre de 2011

Chelita o Las Actitudes de la Decadencia




Pamelito Vargas, recluido por asalto a mano armada y de noventa centímetros, nunca se cansó en afirmar que aquella criatura de Dios “Vino en un pastel, por mi madre. Dentro compadre escondidita, era cachorrita pues”. Eso no importaba ahora, ahora que las celdas se impregnaron de un olor fuerte a soledad e inmundicia. Como la página triste que reclama la definición de un indulto.

Chelita llegó a Lurigancho, para tener un dueño y ese era Calina, un homosexual fornido preparador físico de un gimnasio en El Porvenir; su delito fue defenderse de unos agresores, “Se le pasó la mano al cabro conchesumadre” era lo que afirmaba también Pamelito, cuando quería recordar con gracia al dueño de Chelita.

Calina había tenido parejas ocasionales, que jamás lo obligaron a tener sexo contra natura. Pero en la cárcel, nadie es dueño de sí mismo. Lentamente la palabra cariño iba desapareciendo de su vida, de sus definiciones. Nunca pudo conocer al transexual del pabellón L de narcotráfico; nunca lo pudo siquiera saludar y preguntar cuánto le faltaba.

“Muñoz ayúdame, necesito tener un espacio para mí, porque me tienen que ver así” Pero Muñoz no respondía, el era de los rudos; de los machos. Sólo se limitaba a moverse dentro de Calina, pensando en no olvidarse de apagar el mechero o de separar el agua para mañana. Calina a diferencia de la primera vez, no lloraría. Sólo le quedaba meditar y pensar que tanto los días, como los orgasmos de sus captores, pasarían rápido.

Era el trigésimo cumpleaños de Calina, nunca hubo un pastel; mas alguien le alcanzó una cajita con algo en el interior que se movía. Su sorpresa fue grande cuando liberó a una cachorrita.”Que hermosa, gracias que regalo de Dios más bello”, “Calina, qué nombre le pondrás” “No sé, lo pensaré toda la noche” “Quieres que te inspire un poco” “Pero despacito, ¿ya?” “No soy como tu tornero Muñoz, tu ven nomás” concluía alegre Bartolo un moreno ex - carterista al que una víctima lamentablemente murió atropellada por evitar un atraco.

“Te llamarás Chelita” Chelita sería el nombre de su compañera. Su raza era tan desconocida tanto como el quien la trajo al Penal. Chelita era juguetona, se alimentaba de los huesitos que dejaban los reclusos y de las sopas que cordialmente las cocineras le proporcionaban. La perrita así como de graciosa, era muy inteligente. Cierta vez ayudó a Pamelito a recuperar uno de sus afeitadores.

Calina era el único que velaba por Chelita; había gestionado un permiso especial para mantenerla en el pabellón. Había consentido incluso toda clase de vinculaciones sexuales con los reclusos, con tal de que dejaran que ella paseara por los pabellones; eso sí nunca llegó a prostituirse. Todo lo hacía por convicción y necesidad. Pero una noche la vida de Calina y Chelita cambiarían para siempre, fue la noche en que justamente Muñoz había caído gravemente enfermo."No sé que tengo, será mejor que no te acerques a mí”, dime algo siquiera dónde te duele. Es el SIDA, dijo uno de los encargados del Pabellón, Hace años murió otro así como él. Calina no lo podía creer, era más que seguro que su sangre también estaba contaminada. Abrazando a Chelita, prometió sacrificar sus últimos días en cuidar de ella y asegurar que caiga en buenas manos, Nunca he valido para esta vida, lo tomaré como una prueba más; y tú estás conmigo.

Calina insistía en que no tenía ganas de nadie, Me siento mal, Estoy cansada, …No me digas que te vino la regla, No estoy indispuesta es todo. Así trascurrieron tres semanas hasta que Muñoz murió, ignorando quizás que en esos tiempos de separación del pabellón, ya habría sabido que tenía el SIDA. Pero Calina, había quedado como una “caballera” y no se volvió a portar mal con nadie, como le había prometido a Chelita.

Cabro huevón, le gritó Gaspar cuando se enteró , A ti Muñoz te culeaba, él te contagió, Y tu bien que lo extrañas seguro, Conchetumadre te cagaste. Gaspar tomó con violencia un tenedor y fue directamente a atacar a Calina quien parecía indefenso; en un segundo asestó darle un golpe en el estómago “Por mis pecados, pensó Calina” y cuando se preparaba para lastimarlo haciendo uso del tenedor, Calina le propinó una severa patada en los testículos seguid de un puñete en la frente. De pronto medio gentío de la mesa se levantó por querer asustar a Calina, y ya con ánimos violentos; pero este levantó la pesada mesa tirando todos los platos y cubiertos al suelo, Coman nomás qué les queda, Un tumulto se iba acercando y fue ahí que comenzó a defenderse tirando los platos y pateando duro de diestra y siniestra. Hasta que llegó la policía.

Sólo tenía un pequeño corte y unas ganas tremendas de sacarle la mierda al maricón de Gaspar; por delatarlo. Ahora el tema es que todos en el Penal se disponían a hacerle el pare o sacarle la mierda por haberlos contagiado. Pero el tenía un fuerte argumento, válido para sus compañeros; sólo lo había hecho con Muñoz y en secreto con el resto. Nadie más diría que habían tirado con un cabro. Pero las noches no fueron así. Gaspar había enviado constantemente matones a sueldo para dejar paralítico al cabro. Pero nunca pudieron, porque “La Calina tiraba su mecha pues, el era fuerte” decía Pamelito, el que asaltaba a mano armada.

Pero cierta vez tuvo que caer con toda la dignidad del mundo. Había metido harto puñete a dos zambos que vinieron a matar, sin embargo, no contó que Mandujano ( preso por violación), estaría con un cuchillo y que este traicioneramente atacaría a Calina; cuando no era ni su roche. Calina no pudo defenderse, a las justas pudo llegar a su huequito, exhausto ensangrentado; Chelita fue testigo de todo ese cuadro y sólo atino a lamerlo. De pronto Chelita fue tomado en sus brazos, para recibir un ensangrentado beso, escuchar “La luché amiguita, cuídate mucho…” y la noche lo acogería para siempre.

Pamelito fue testigo de ese macabro y tierno hallazgo, la perrita seguía durmiendo. Extrañamente todos se enteraron que tenía SIDA, pero no había muerto por ella; “Sino luchó contra los Zambos del L, pero de uno de ellos lo cortó pues; pobre Calina su perrita se quedó sola” prestaba así declaraciones Pamelito, el terror de Barrios Altos.

Los días que le sobrevinieron a Chelita fueron de los más atroces. Noches enteras sin conciliar el sueño, ensimismamiento total ante los llamados amistosos y algunos ultrajes inconcebibles por los reclusos contagiados; que por cincuenta céntimos la compartían o la alquilaban en diferentes celdas cada noche. Chelita no era la misma, ahora que estaba flaca, contagiadísima y en celo.

Transcurrirían tres semanas más para que milagrosamente Chelita llegara a manos de Clara, el transexual que conoció de la historia de “Mi hermana Calina que en paz descanse, tú llevas parte de ella, y no lo digo por la enfermedad que te debe estar matando” Y no era para más por cuantas laceraciones, raspones, infecciones y golpes había recibido últimamente la pobre cachorra que había sido hecho hembra como una bestia.

Clara se había ganado el respeto del pabellón, por sus consejos de estética y por su excelente sazón. Clara disfrutaba de su nueva sexualidad con reserva y fielmente. Cuando acogió a la pobre cachorra moribunda, con profunda tristeza se propuso a brindarle algunas últimas atenciones. Al primer día ya estaba limpia, al segundo día ya podía caminar aunque un poco y al tercer día en una tarde lluviosa, empapada y agitando su cola junto a una leve expresión de dicha la pobre Chelita se dejaría caer finalmente frente a su único amigo, un transexual; quien volvería a experimentar el llanto de sus épocas de niño incomprendido y castigado por los mayores. Del que había superado a la decadencia del lugar con respeto y ejemplo. Fue la noche que dos energías maravillosas, se reencontrarían para disfrutar de su eterno cariño que les fue privado.



Santa Eulalia
22/11/11



Determinar el grado de pureza, la composición de la solución a aplicarse al propanol. Un sonriente Martin no pensaba en eso. En el laboratorio, como en cualquier otro lugar donde nuestra alma se apodera del cuerpo, los recuerdos se asimilan a la ciencia. Martin, bachiller, veintitrés años con una sonrisa amplia y un futuro promisorio.

Su sonrisa acababa de llegar a su jefa de origen belga, “¿C’est tout?” “Oui, Je croi”. El creía claro, que tras esos diálogos laboriosos, alumbrarían la esperanza de un ascenso o un viaje de promoción a alguna parte de la corporación. Llegada la noche, él y su jefa planeaban una nueva forma de vivir.

Los pliegues de su vulva darían pase al salvaje estado mental de su circulación en efectos de carne. Un movimiento de afecto, una caricia jadeante apenas iniciarían el ritmo más antiguo de la raza humana. En esos pliegues cóncavos no había amor.

Las pipetas lucían más tristes que nunca cuando reflejaban el rostro de Martín. La dueña y señora del laboratorio, había sido enviada a Dinamarca. Y él al parecer sólo había sido parte de la despedida.

XVIII – Minutos con mi Primer Jefe

“Renato, está bien, necesito pedirte un favor “paré el hilo de la conversación de pronto, cansada de tantos elogios; “Quiero que me cuentes algo sobre tu vida sentimental, si te va muy bien en ese aspecto”

- ¿Algo sincero?
- Si tu felicidad mejor dicho, ha implicado que disfrutes de tu vida sexual.

Sentí una mirada repleta de curiosidad, como preguntándose también en qué medida el desempleo me había afectado. “No tengo problemas en ese aspecto; soy muy complaciente”, “Necesito una prueba de tu afirmación…”

Lejos de intimidarme, me indicó con el índice una fotografía, donde aparecía junto a cuatro niños y una dama realmente atractiva. “Evidentemente, ¿dígame, cual es su cargo actual?”, “Director Comercial de la Línea de Fármacos y Derivados”.

Chosica
11/11/11


Aroma

Ernesto acaricia mis tibios pechos, mientras se alista a penetrar en la vorágine de nuestra pasión. Su sexo ardiente se reviste de mi aroma natural; sus labios por fin se confunden con los míos. Infinitamente. Porque la noche era nuestra, porque nuestros deseos eran únicos; como lo habíamos establecido.

Enhiesto el sexo, lentamente se iba apoderando de la cavidad de mi cuerpo experimentado y a la vez debutante; aunque deteniéndose por instantes en mis cabellos. En su aroma inexplicable a vida.”Qué hermoso olor” me decía sonriente y excitado. Yo reía y el también; como un niño enamorado de la vida.

XVII – Kilómetros fuera de casa




Cieneguilla era un lugar apropiado para organizar las cosas. Necesitaba un espacio para mí y mis objetivos. Así que opté por ir a un lugar como este; sola por supuesto.

Establecida allí, ubiqué un restaurant hotel con nombre astral, tomé mi ordenador y al conectarme a la red, comencé a revisar mis correos personales; la luz del ambiente era agradable. Tenía que preparar a mis cinco contactos profesionales que me quedaron; de la cantidad original algunos viajaron fuera del país.

Renato Arismendi había respondido mi mensaje, se mostró interesante ; pero definitivamente iba a tener la semana muy complicada. Miguel Arambulo, no mostró mayor objeciones y al parecer sería el primero en atenderse de la lista.

Venía trabajando en proyectos sociales, para sorpresa de ella. Ella que optó por disfrutar aún mas de las bondades de Cieneguilla; a 17 kilómetros de casa y con la firme decisión de comenzar cuanto antes; porque estábamos contra el tiempo.