jueves, 29 de diciembre de 2011

Martin Larraín o las contradicciones de un epilogo




Martín Larraín, el empresario, el ex asesor del ministro, el orejitas linda de la chamba (aunque siempre con respeto). Pensamientos, expresiones, frases que llegaban a mí luego de analizar mi primer encuentro sexual de mi periplo tesista.

- Buenos días, respondiendo a su solicitud le informo que el Sr. Larraín lo atenderá mañana al mediodía.- Anunciaba la dependiente.
- Es perfecto, muchas gracias.

El Sr. Larraín por supuesto que era perfecto, era muy atlético y de un rostro perfecto. El tema aquí era determinar si a mayor nivel de actividad sexual con buena habilidad, correspondía una trayectoria académica impecable y meritoria.

Yo por mi parte ya había elegido el traje para la ocasión, incluso hasta los encajes de la ropa interior. ¿Acaso era como la Ninfómana del diario? Para nada, sino que a ese nivel de acceso al menos habría que estar lo suficientemente preparada.

A la mañana siguiente, mientras preparaba las preguntas recibí una llamada. “Decidí ubicarte antes porque estaré viendo unos temas en casa durante la hora de la entrevista, de última hora; me disculparás, así pues ¿qué te parece si empezamos más tarde, como a las cinco?” “Perfecto, yo me acomodo a esa hora”.

Él era perfecto, al sentir su voz masculina y potente; ya sentía que me tenía entre su cuerpo. Mi hermana ya había notado que mi actitud había cambiado, ya andaba con prisa; comía rápidamente aún cuando yo invitaba. Mi vida familiar estaba pasando por un breve caos, por culpa de mi afán de orgasmos académicos.





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Qué haces aquí, me dijo mi príncipe gerente, mi bien amado deportista feliz de aquella noche, Perdona pero tengo que entrevistar al Sr. Larraín, ¿Para un trabajo?, Mi tesis, Pues te advierto que ya vino comentando que tendría una cena muy especial, Bueno, espero tu comprensión, ¿cuándo nos vemos?, Por mi, vete a la mierda, Todo irá bien, adiós.

Entre desanimada y ansiosa, por fin el intercomunicador respondió y era su misma voz, el mismo sentir de su respiración, Adelante dijo y se abrió una puerta blanca, hermosa. Yo estaba nerviosa, hasta que vino él, me saludó con un beso y me invitó a la sala. Me preguntó si quería algo de beber, Sus labios, ¿podría ser’, En estos momentos lo tengo algo resecos, pero ven más a mi tengo otra alternativa…

-Tengo una gran curiosidad, es más sería mi primera pregunta ¿Continuó estudiando acabada la universidad?
- Efectivamente, hasta el día de hoy, donde planeo investigar un poco más a tus ojos.

Luego siguieron una lista de títulos y seminarios internacionales y conferencias brindadas, el Sr. Larraín era como se dice, un tigre; ya lo quería conmigo en mi cama.

Luego me enseñaría sus diplomas y algunas medallas, hasta que sonó el timbre, Carmela, hazme el favor de informar que estoy en una reunión importante, por favor indícales que los recados se manejan por oficina. Pero el tuvo que acercarse ante la insistencia.

Un joven de aproximadamente veinte tres años, comenzó a gemir histéricamente ante él y apoyándose en su hombro, vino insistiendo sobre unos fuertes gastos y que se operaría (todo por él) Por eso no me dejes. El Sr Larraín lo llamó la atención por esa actitud inmadura y comenzó a abrazarlo, como un tío en navidad a su sobrino.

Este joven lo besó. Estaba claro, eran una pareja de homosexuales; y yo como una cojuda investigando cosas en él, Disculpa pero mi asistente tiene algunos problemas, ¿nos podemos ver más tarde?, Estaré a su disposición. Pero de momento es suficiente.

Me acompañó nuevamente a la puerta donde estaba su Efebo ese con sonrisa de mierda, me dio otro beso y luego sentí claramente la fuerte impresión del joven afeminado, quien había hecho pedazos mis sueños sexuales.

Salí de aquel lugar como para siempre.





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Mientras medito estas memorias y continúo analizando estos casos, sólo podré decir que mi hermana se llevó todas las laudes de mi vida. Pero las ideas de mi tesis ya estaban planteadas según mi hipótesis. Existe una fuerte inclinación….por chicas como yo. 


Santa Eulalia
29/12/12

XX – Como calificación del momento

El transcurrir del tiempo y su mirada, parecían lo mismo. Su seguridad se apoderaba de sus respuestas, “¿Aquellas son sus diplomas?” “Así es, si te gustan; son todas tuyas” Y era casado. Por instantes notaba que sus labios temblaban, era en los momentos siguientes cuando terminaba de mirarme.


- ¿En cuanto tiempo logró esos ascensos?-pregunté un poco queriendo descifrar las diplomas
- Será, unos tres años.- Me respondió al tiempo que cruzaba sus piernas


Pero sabía que quería saber más, así que se puso de pie para explicarme un poco mejor las cosas. Cada respuesta se iba acercando más a mí. Hasta que en un instante sostuvo mi quijada con sus manos y dijo “ Que extraña forma de averiguar las cosas, pero me gusta” y me besó; con todo el gusto del mundo lo tuteé “ Mira que cuento con tu respaldo”


Enseguida el señor O’Hara me llevaba a una sala contigua y se dispuso a desnudarme ágilmente. Hicimos el amor con frenesí, aunque no descubiertos del todo. Llevábamos movimientos precisos, sin lastimarnos. Era muy hábil, caballeroso y como pude distinguir, durante una de nuestras posturas, tenía un cuadro del que se exhibía un diploma enorme. Eureka, tenía un MBA.

Los mismos derechos



A la hora de la facultad, Rosella se enteraba de la muerte del Sr. Ruiz, el dueño de los departamentos. El que siempre decía que estaba solo en el mundo. El que nunca imaginaría que al morir, estaría en boca de todo el mundo.

La notificación de cierre del convenio de alquiler, le había llegado dos semanas después. Ella era la única entendida en materias judiciales, porque ella estudiaba derecho justamente. Luego comprobaría que el Sr. Ruiz no estaba del todo solo, porque sus cinco hijos recién aparecidos, se disputaban de los bienes.

- Sé cómo tendría que llevar este tipo de casos, justamente en el estudio donde trabajo…
- Usted no se meta señorita, es sólo una inquilina.- respondió el menor de los hijos, con discreción.


Pero Rosella comprendía la labor que debía hacer para con los deudos y poco a poco fue ganando la confianza del joven, y esto gracias a su sencillez. Al parecer la tristeza ya se había disipado. El ansiado giro, que tanto comentaba al Sr. Ruiz, ya había llegado; cubriría los tres meses de renta. Con el dinero restante Rosella podía visitar a sus padres; al parecer esto era la tranquilidad que había heredado del Sr. Ruiz.

San Ramón
17/12/12
Así transcurrieron nuestros días. Con la niña morena que ha dejado todo por nosotros, incluso hasta su propia vida; porque ahora ella nos pertenecía. Ahora ella era parte de nuestra suerte. La niña morena de unos quince años.

Nuestros días serían distintos, ahora que la niña morena se integraba a nosotros con su silencio de conformidad y evidencias de embates anatómicos por la noche; más que evidencias de su amor. La niña morena nos consume a cada uno de nosotros con su cuerpo y su tiempo juvenil; nos pertenece como una sonrisa de primavera. La niña morena de nuestros días.

XIX – Horas para la teoría



Investigar siempre fue una tarea de entendidos de escritorio, psicoanalistas, doctores que hablaban con sus madres, submentales aleccionando al mundo. Estos constituían la bibliografía de siempre, pero no era la única. La otra cara de la moneda, la tenía que definir yo. Ante esto se me ocurrió una idea. Pedirle a mi hermana que lleve el control de mis ideas-apuntes.

- Estás loca, cómo se te ocurre pedirme eso.
- Vamos tengo que avanzar la teoría, además aún me quedan dos por entrevistar. – Le repliqué.

Cuando me proponía a revisar los nombres de los dos en mi lista, sentí un leve placer al leer aquellos nombres y preguntar después en sus despachos para confirmar las entrevistas. Estaba garantizado que serían un éxito. Todo llevado de manera profesional.

A la mañana siguiente, me preparaba para definir las preguntas para mis dos guías y mentores por espacio de veinte minutos: Christopher O’Hara y Martín Larraín mi ex jefe directo y ex gerente de mi área; no pasaban de los cuarenta y cinco. Estaba lista.