jueves, 29 de diciembre de 2011

Así transcurrieron nuestros días. Con la niña morena que ha dejado todo por nosotros, incluso hasta su propia vida; porque ahora ella nos pertenecía. Ahora ella era parte de nuestra suerte. La niña morena de unos quince años.

Nuestros días serían distintos, ahora que la niña morena se integraba a nosotros con su silencio de conformidad y evidencias de embates anatómicos por la noche; más que evidencias de su amor. La niña morena nos consume a cada uno de nosotros con su cuerpo y su tiempo juvenil; nos pertenece como una sonrisa de primavera. La niña morena de nuestros días.

No hay comentarios: