sábado, 14 de agosto de 2010

La Tierra es el Paraíso

No obstante pequeño, parecía que todo el orgullo del mundo lo cobijara por un momento. Efectivamente el destino no solo le deparaba una enorme estatura, le otorgaría muchísimos años, un espacio entre nuestra familia y la dicha de vivir en este paraíso tan nuestro y que venimos forjando como una verdadera escuela de amor.

Lo bautizamos con el nombre de Thai que en nuestro idioma significa Grande. No obstante era pequeño representaba la dicha de sus jóvenes padres. Uno de ellos, la madre elefante, se había criado en estado salvaje. Había conocido a nuestro hermano mayor en uno de sus tantos paseos.

Pero el pequeño Thai muy pronto fue testigo de la maldad de los traficantes, quienes en un confuso incidente dieron muerte a su madre. El objetivo era su padre y obviamente él. Aunque no lo sabía, fue la misma naturaleza la que pudo calmar esos rencores de su niñez.

Más tarde nuestro hermano mayor había sido secuestrado. Sólo conocimos su paradero final como una pieza finísima en algún país de Oceanía. Nuestro corazón quedó enteramente con Thai. Mi familia iba desapareciendo también. Primero su compañía, mi hermana casada, mis hermanos con familia. Luego de este mundo se irían mis abuelos y mi madre.

Con papá aún vivo decidimos vivir aparte de la civilización, nos adentramos más a la jungla. Ahí pude aprender artes marciales y a compartir mis progresos con el pequeño Thai quien crecía cada vez más.

Aunque no dejaba de ser pequeño, yo comprendí que él era una excelente compañía. En la ciudad por ejemplo sufrimos algunos atentados, a causa de las persecuciones de los rebeldes. Fueron las enseñanzas de lucha y la paciencia de Thai las que me dieron la fortaleza suficiente para salir airoso.

“Algún día lo pondrás un precio” decía un anciano que siempre iba a nuestra cabaña en busca de ejemplares como Thai. Pero estaba decidido que las generaciones de elefantes no vivirían esclavizados sino que serían parte de nuestra familia, que crecerían, que trabajarían y convivirían con nosotros.

Muy pronto me hice adulto y comprendí que mi vida en lo sucesivo, tenía que darse en ese lugar. Mi compañera lo sabe muy bien, como que entendió que definitivamente el paraíso está en la tierra, junto a quienes más quieres, los pocos que te aprecian y los que marcan tu vida con buenas dosis de compañía y amor sobrenatural, como el pequeño Thai.

Profesionalismo

Ella entró al cuarto cubierto de cojines y sillones rojos cubiertos de fino esmalte. Ella se presentó en menos de tres segundos. “Es lo normal, todos pasamos por lo mismo” respondía por vigésima mes el camarógrafo profesional.

Esta no parecía adicta a la cocaína, pensó en sus adentros. Esta se despojaba de la toalla con total naturalidad sin perder la mirada ni mirar por algunos instantes el techo. Esta chica sí que sabe hacer su trabajo.

Lentamente caía la toalla primero sus pechos dieron la luz, luego su cintura, su amplio pubis y sus poderosísimas piernas. Sonó el primer flash y luego vinieron veinte más. El pedía una postura ella obedecía (Habían quedado que serían sólo siete tomas para la revista). A pesar de eso el ya llevaba más de treinta capturas. Cada quien conoce su trabajo.

El joven le indicó que ya había terminado su trabajo. Enseguida el director anunció en la puerta si podría entrar, ella cubriendo rápidamente su cuerpo asintió. Luego este director acompañó a los camerinos a su bella modelo que de seguro agotaría las ediciones. Abajo el profesional tuvo una genial idea, habiéndose liberado el sexo procedió a satisfacerse por espacio de dos minutos; por vigésima vez el camarógrafo profesional.

Un Permiso más que Permiso

Era la décima vez que mamá se negaba a la petición de mi hermana. Ella pareció rendirse cuando sus ojos emanaron unas cuantas lágrimas, entonces pude intervenir y me mostré de acuerdo con mi hermana y también solidario. “Porque ella tiene el derecho de ejercer su carrera desde ya así como yo”.

Ninguno de los dos imaginó que papá estaba escuchando toda la conversación muy cerca de nosotros, tras la puerta de la cocina que daba al amplio jardín (motivo de discusión). No fue sino por Mickey que descubrimos al encubierto jefe del hogar que tomándose la cabeza dijo que ya era hora de emprender nuevas cosas en el hogar. Mi hermana y yo comprendimos que eso también incluía al espionaje; empero los tres ganamos y eso era lo más importante. Tendríamos albergue para atender a los perros.
Regresaba al trabajo, tenía el pensamiento clavado en que su presencia no socorrería mi cuerpo nunca más. Yo sería el ingrato por pensar así, me advirtió; pero cuando la soledad te invita a vivir, lo hace y muy bien.

Un hombre no sólo se hace de sus obras, sino que necesita de los demás. Eso irremediable, eso que quieres evitar y borrar del pasado se hace cada vez más evidente y extensivo. ¿Era correcto pensar que la hija de tu socio comentaría a sus amigas que mantuvo una relación furtiva con “el bueno para nada de James”? ¿Dónde empieza y dónde termina la discreción de una dama?

Lo cierto es que no la dejabas porque simplemente deseabas a otra (más discreta, más joven, más rica y con más afición a la gimnasia) , sino que sencillamente la superación cada vez mas hace presa de las damas y las puede llevar lejos, como al mismo Europa.

Un bueno para nada sabe a qué atenerse y cómo manejar a los contadores, entre tanto habría que pensar cómo sobrevivir sin ella, cómo repetirle a tu nuevo departamento que la situación no va más y que el resto de las nueve letras se vayan al carajo porque total, el fracaso se comparte y sino que lo diga mi desconsolado y viejo socio.

De no Imaginar

Meche no supo bien si aquella muchacha pecosa e inquieta era dueña de Porter; al día siguiente que fue a recoger a su can de nuestra casa, luego de que llamáramos a su casa. “Pensándolo bien, si le hubiese aceptado la recompensa” decía mi hermana, yo en cambio estaba cansado de tanto estar pendiente del inquilino Porter.

-Valió la pena, era un buen ejemplar. – dije como emulando esas clásicas expresiones de los veterinarios.
-Si tú lo dices….voy a necesitar de un asistente. Me he preocupado por aquellos que no tienen hogar. – respondió Meche dando evidencia de que acababa de decir la idea de su vida.

Yo encantado le respondí, pero el tema era dónde encontrar a los perros. Vivíamos en una zona residencial, no imaginábamos encontrar chucho alguno por ahí.”Eso dejémoslo a Mickey, estoy segura que él nos ayudará”.