jueves, 29 de diciembre de 2011

Martin Larraín o las contradicciones de un epilogo




Martín Larraín, el empresario, el ex asesor del ministro, el orejitas linda de la chamba (aunque siempre con respeto). Pensamientos, expresiones, frases que llegaban a mí luego de analizar mi primer encuentro sexual de mi periplo tesista.

- Buenos días, respondiendo a su solicitud le informo que el Sr. Larraín lo atenderá mañana al mediodía.- Anunciaba la dependiente.
- Es perfecto, muchas gracias.

El Sr. Larraín por supuesto que era perfecto, era muy atlético y de un rostro perfecto. El tema aquí era determinar si a mayor nivel de actividad sexual con buena habilidad, correspondía una trayectoria académica impecable y meritoria.

Yo por mi parte ya había elegido el traje para la ocasión, incluso hasta los encajes de la ropa interior. ¿Acaso era como la Ninfómana del diario? Para nada, sino que a ese nivel de acceso al menos habría que estar lo suficientemente preparada.

A la mañana siguiente, mientras preparaba las preguntas recibí una llamada. “Decidí ubicarte antes porque estaré viendo unos temas en casa durante la hora de la entrevista, de última hora; me disculparás, así pues ¿qué te parece si empezamos más tarde, como a las cinco?” “Perfecto, yo me acomodo a esa hora”.

Él era perfecto, al sentir su voz masculina y potente; ya sentía que me tenía entre su cuerpo. Mi hermana ya había notado que mi actitud había cambiado, ya andaba con prisa; comía rápidamente aún cuando yo invitaba. Mi vida familiar estaba pasando por un breve caos, por culpa de mi afán de orgasmos académicos.





****************

Qué haces aquí, me dijo mi príncipe gerente, mi bien amado deportista feliz de aquella noche, Perdona pero tengo que entrevistar al Sr. Larraín, ¿Para un trabajo?, Mi tesis, Pues te advierto que ya vino comentando que tendría una cena muy especial, Bueno, espero tu comprensión, ¿cuándo nos vemos?, Por mi, vete a la mierda, Todo irá bien, adiós.

Entre desanimada y ansiosa, por fin el intercomunicador respondió y era su misma voz, el mismo sentir de su respiración, Adelante dijo y se abrió una puerta blanca, hermosa. Yo estaba nerviosa, hasta que vino él, me saludó con un beso y me invitó a la sala. Me preguntó si quería algo de beber, Sus labios, ¿podría ser’, En estos momentos lo tengo algo resecos, pero ven más a mi tengo otra alternativa…

-Tengo una gran curiosidad, es más sería mi primera pregunta ¿Continuó estudiando acabada la universidad?
- Efectivamente, hasta el día de hoy, donde planeo investigar un poco más a tus ojos.

Luego siguieron una lista de títulos y seminarios internacionales y conferencias brindadas, el Sr. Larraín era como se dice, un tigre; ya lo quería conmigo en mi cama.

Luego me enseñaría sus diplomas y algunas medallas, hasta que sonó el timbre, Carmela, hazme el favor de informar que estoy en una reunión importante, por favor indícales que los recados se manejan por oficina. Pero el tuvo que acercarse ante la insistencia.

Un joven de aproximadamente veinte tres años, comenzó a gemir histéricamente ante él y apoyándose en su hombro, vino insistiendo sobre unos fuertes gastos y que se operaría (todo por él) Por eso no me dejes. El Sr Larraín lo llamó la atención por esa actitud inmadura y comenzó a abrazarlo, como un tío en navidad a su sobrino.

Este joven lo besó. Estaba claro, eran una pareja de homosexuales; y yo como una cojuda investigando cosas en él, Disculpa pero mi asistente tiene algunos problemas, ¿nos podemos ver más tarde?, Estaré a su disposición. Pero de momento es suficiente.

Me acompañó nuevamente a la puerta donde estaba su Efebo ese con sonrisa de mierda, me dio otro beso y luego sentí claramente la fuerte impresión del joven afeminado, quien había hecho pedazos mis sueños sexuales.

Salí de aquel lugar como para siempre.





********************

Mientras medito estas memorias y continúo analizando estos casos, sólo podré decir que mi hermana se llevó todas las laudes de mi vida. Pero las ideas de mi tesis ya estaban planteadas según mi hipótesis. Existe una fuerte inclinación….por chicas como yo. 


Santa Eulalia
29/12/12

XX – Como calificación del momento

El transcurrir del tiempo y su mirada, parecían lo mismo. Su seguridad se apoderaba de sus respuestas, “¿Aquellas son sus diplomas?” “Así es, si te gustan; son todas tuyas” Y era casado. Por instantes notaba que sus labios temblaban, era en los momentos siguientes cuando terminaba de mirarme.


- ¿En cuanto tiempo logró esos ascensos?-pregunté un poco queriendo descifrar las diplomas
- Será, unos tres años.- Me respondió al tiempo que cruzaba sus piernas


Pero sabía que quería saber más, así que se puso de pie para explicarme un poco mejor las cosas. Cada respuesta se iba acercando más a mí. Hasta que en un instante sostuvo mi quijada con sus manos y dijo “ Que extraña forma de averiguar las cosas, pero me gusta” y me besó; con todo el gusto del mundo lo tuteé “ Mira que cuento con tu respaldo”


Enseguida el señor O’Hara me llevaba a una sala contigua y se dispuso a desnudarme ágilmente. Hicimos el amor con frenesí, aunque no descubiertos del todo. Llevábamos movimientos precisos, sin lastimarnos. Era muy hábil, caballeroso y como pude distinguir, durante una de nuestras posturas, tenía un cuadro del que se exhibía un diploma enorme. Eureka, tenía un MBA.

Los mismos derechos



A la hora de la facultad, Rosella se enteraba de la muerte del Sr. Ruiz, el dueño de los departamentos. El que siempre decía que estaba solo en el mundo. El que nunca imaginaría que al morir, estaría en boca de todo el mundo.

La notificación de cierre del convenio de alquiler, le había llegado dos semanas después. Ella era la única entendida en materias judiciales, porque ella estudiaba derecho justamente. Luego comprobaría que el Sr. Ruiz no estaba del todo solo, porque sus cinco hijos recién aparecidos, se disputaban de los bienes.

- Sé cómo tendría que llevar este tipo de casos, justamente en el estudio donde trabajo…
- Usted no se meta señorita, es sólo una inquilina.- respondió el menor de los hijos, con discreción.


Pero Rosella comprendía la labor que debía hacer para con los deudos y poco a poco fue ganando la confianza del joven, y esto gracias a su sencillez. Al parecer la tristeza ya se había disipado. El ansiado giro, que tanto comentaba al Sr. Ruiz, ya había llegado; cubriría los tres meses de renta. Con el dinero restante Rosella podía visitar a sus padres; al parecer esto era la tranquilidad que había heredado del Sr. Ruiz.

San Ramón
17/12/12
Así transcurrieron nuestros días. Con la niña morena que ha dejado todo por nosotros, incluso hasta su propia vida; porque ahora ella nos pertenecía. Ahora ella era parte de nuestra suerte. La niña morena de unos quince años.

Nuestros días serían distintos, ahora que la niña morena se integraba a nosotros con su silencio de conformidad y evidencias de embates anatómicos por la noche; más que evidencias de su amor. La niña morena nos consume a cada uno de nosotros con su cuerpo y su tiempo juvenil; nos pertenece como una sonrisa de primavera. La niña morena de nuestros días.

XIX – Horas para la teoría



Investigar siempre fue una tarea de entendidos de escritorio, psicoanalistas, doctores que hablaban con sus madres, submentales aleccionando al mundo. Estos constituían la bibliografía de siempre, pero no era la única. La otra cara de la moneda, la tenía que definir yo. Ante esto se me ocurrió una idea. Pedirle a mi hermana que lleve el control de mis ideas-apuntes.

- Estás loca, cómo se te ocurre pedirme eso.
- Vamos tengo que avanzar la teoría, además aún me quedan dos por entrevistar. – Le repliqué.

Cuando me proponía a revisar los nombres de los dos en mi lista, sentí un leve placer al leer aquellos nombres y preguntar después en sus despachos para confirmar las entrevistas. Estaba garantizado que serían un éxito. Todo llevado de manera profesional.

A la mañana siguiente, me preparaba para definir las preguntas para mis dos guías y mentores por espacio de veinte minutos: Christopher O’Hara y Martín Larraín mi ex jefe directo y ex gerente de mi área; no pasaban de los cuarenta y cinco. Estaba lista.

martes, 22 de noviembre de 2011

Chelita o Las Actitudes de la Decadencia




Pamelito Vargas, recluido por asalto a mano armada y de noventa centímetros, nunca se cansó en afirmar que aquella criatura de Dios “Vino en un pastel, por mi madre. Dentro compadre escondidita, era cachorrita pues”. Eso no importaba ahora, ahora que las celdas se impregnaron de un olor fuerte a soledad e inmundicia. Como la página triste que reclama la definición de un indulto.

Chelita llegó a Lurigancho, para tener un dueño y ese era Calina, un homosexual fornido preparador físico de un gimnasio en El Porvenir; su delito fue defenderse de unos agresores, “Se le pasó la mano al cabro conchesumadre” era lo que afirmaba también Pamelito, cuando quería recordar con gracia al dueño de Chelita.

Calina había tenido parejas ocasionales, que jamás lo obligaron a tener sexo contra natura. Pero en la cárcel, nadie es dueño de sí mismo. Lentamente la palabra cariño iba desapareciendo de su vida, de sus definiciones. Nunca pudo conocer al transexual del pabellón L de narcotráfico; nunca lo pudo siquiera saludar y preguntar cuánto le faltaba.

“Muñoz ayúdame, necesito tener un espacio para mí, porque me tienen que ver así” Pero Muñoz no respondía, el era de los rudos; de los machos. Sólo se limitaba a moverse dentro de Calina, pensando en no olvidarse de apagar el mechero o de separar el agua para mañana. Calina a diferencia de la primera vez, no lloraría. Sólo le quedaba meditar y pensar que tanto los días, como los orgasmos de sus captores, pasarían rápido.

Era el trigésimo cumpleaños de Calina, nunca hubo un pastel; mas alguien le alcanzó una cajita con algo en el interior que se movía. Su sorpresa fue grande cuando liberó a una cachorrita.”Que hermosa, gracias que regalo de Dios más bello”, “Calina, qué nombre le pondrás” “No sé, lo pensaré toda la noche” “Quieres que te inspire un poco” “Pero despacito, ¿ya?” “No soy como tu tornero Muñoz, tu ven nomás” concluía alegre Bartolo un moreno ex - carterista al que una víctima lamentablemente murió atropellada por evitar un atraco.

“Te llamarás Chelita” Chelita sería el nombre de su compañera. Su raza era tan desconocida tanto como el quien la trajo al Penal. Chelita era juguetona, se alimentaba de los huesitos que dejaban los reclusos y de las sopas que cordialmente las cocineras le proporcionaban. La perrita así como de graciosa, era muy inteligente. Cierta vez ayudó a Pamelito a recuperar uno de sus afeitadores.

Calina era el único que velaba por Chelita; había gestionado un permiso especial para mantenerla en el pabellón. Había consentido incluso toda clase de vinculaciones sexuales con los reclusos, con tal de que dejaran que ella paseara por los pabellones; eso sí nunca llegó a prostituirse. Todo lo hacía por convicción y necesidad. Pero una noche la vida de Calina y Chelita cambiarían para siempre, fue la noche en que justamente Muñoz había caído gravemente enfermo."No sé que tengo, será mejor que no te acerques a mí”, dime algo siquiera dónde te duele. Es el SIDA, dijo uno de los encargados del Pabellón, Hace años murió otro así como él. Calina no lo podía creer, era más que seguro que su sangre también estaba contaminada. Abrazando a Chelita, prometió sacrificar sus últimos días en cuidar de ella y asegurar que caiga en buenas manos, Nunca he valido para esta vida, lo tomaré como una prueba más; y tú estás conmigo.

Calina insistía en que no tenía ganas de nadie, Me siento mal, Estoy cansada, …No me digas que te vino la regla, No estoy indispuesta es todo. Así trascurrieron tres semanas hasta que Muñoz murió, ignorando quizás que en esos tiempos de separación del pabellón, ya habría sabido que tenía el SIDA. Pero Calina, había quedado como una “caballera” y no se volvió a portar mal con nadie, como le había prometido a Chelita.

Cabro huevón, le gritó Gaspar cuando se enteró , A ti Muñoz te culeaba, él te contagió, Y tu bien que lo extrañas seguro, Conchetumadre te cagaste. Gaspar tomó con violencia un tenedor y fue directamente a atacar a Calina quien parecía indefenso; en un segundo asestó darle un golpe en el estómago “Por mis pecados, pensó Calina” y cuando se preparaba para lastimarlo haciendo uso del tenedor, Calina le propinó una severa patada en los testículos seguid de un puñete en la frente. De pronto medio gentío de la mesa se levantó por querer asustar a Calina, y ya con ánimos violentos; pero este levantó la pesada mesa tirando todos los platos y cubiertos al suelo, Coman nomás qué les queda, Un tumulto se iba acercando y fue ahí que comenzó a defenderse tirando los platos y pateando duro de diestra y siniestra. Hasta que llegó la policía.

Sólo tenía un pequeño corte y unas ganas tremendas de sacarle la mierda al maricón de Gaspar; por delatarlo. Ahora el tema es que todos en el Penal se disponían a hacerle el pare o sacarle la mierda por haberlos contagiado. Pero el tenía un fuerte argumento, válido para sus compañeros; sólo lo había hecho con Muñoz y en secreto con el resto. Nadie más diría que habían tirado con un cabro. Pero las noches no fueron así. Gaspar había enviado constantemente matones a sueldo para dejar paralítico al cabro. Pero nunca pudieron, porque “La Calina tiraba su mecha pues, el era fuerte” decía Pamelito, el que asaltaba a mano armada.

Pero cierta vez tuvo que caer con toda la dignidad del mundo. Había metido harto puñete a dos zambos que vinieron a matar, sin embargo, no contó que Mandujano ( preso por violación), estaría con un cuchillo y que este traicioneramente atacaría a Calina; cuando no era ni su roche. Calina no pudo defenderse, a las justas pudo llegar a su huequito, exhausto ensangrentado; Chelita fue testigo de todo ese cuadro y sólo atino a lamerlo. De pronto Chelita fue tomado en sus brazos, para recibir un ensangrentado beso, escuchar “La luché amiguita, cuídate mucho…” y la noche lo acogería para siempre.

Pamelito fue testigo de ese macabro y tierno hallazgo, la perrita seguía durmiendo. Extrañamente todos se enteraron que tenía SIDA, pero no había muerto por ella; “Sino luchó contra los Zambos del L, pero de uno de ellos lo cortó pues; pobre Calina su perrita se quedó sola” prestaba así declaraciones Pamelito, el terror de Barrios Altos.

Los días que le sobrevinieron a Chelita fueron de los más atroces. Noches enteras sin conciliar el sueño, ensimismamiento total ante los llamados amistosos y algunos ultrajes inconcebibles por los reclusos contagiados; que por cincuenta céntimos la compartían o la alquilaban en diferentes celdas cada noche. Chelita no era la misma, ahora que estaba flaca, contagiadísima y en celo.

Transcurrirían tres semanas más para que milagrosamente Chelita llegara a manos de Clara, el transexual que conoció de la historia de “Mi hermana Calina que en paz descanse, tú llevas parte de ella, y no lo digo por la enfermedad que te debe estar matando” Y no era para más por cuantas laceraciones, raspones, infecciones y golpes había recibido últimamente la pobre cachorra que había sido hecho hembra como una bestia.

Clara se había ganado el respeto del pabellón, por sus consejos de estética y por su excelente sazón. Clara disfrutaba de su nueva sexualidad con reserva y fielmente. Cuando acogió a la pobre cachorra moribunda, con profunda tristeza se propuso a brindarle algunas últimas atenciones. Al primer día ya estaba limpia, al segundo día ya podía caminar aunque un poco y al tercer día en una tarde lluviosa, empapada y agitando su cola junto a una leve expresión de dicha la pobre Chelita se dejaría caer finalmente frente a su único amigo, un transexual; quien volvería a experimentar el llanto de sus épocas de niño incomprendido y castigado por los mayores. Del que había superado a la decadencia del lugar con respeto y ejemplo. Fue la noche que dos energías maravillosas, se reencontrarían para disfrutar de su eterno cariño que les fue privado.



Santa Eulalia
22/11/11



Determinar el grado de pureza, la composición de la solución a aplicarse al propanol. Un sonriente Martin no pensaba en eso. En el laboratorio, como en cualquier otro lugar donde nuestra alma se apodera del cuerpo, los recuerdos se asimilan a la ciencia. Martin, bachiller, veintitrés años con una sonrisa amplia y un futuro promisorio.

Su sonrisa acababa de llegar a su jefa de origen belga, “¿C’est tout?” “Oui, Je croi”. El creía claro, que tras esos diálogos laboriosos, alumbrarían la esperanza de un ascenso o un viaje de promoción a alguna parte de la corporación. Llegada la noche, él y su jefa planeaban una nueva forma de vivir.

Los pliegues de su vulva darían pase al salvaje estado mental de su circulación en efectos de carne. Un movimiento de afecto, una caricia jadeante apenas iniciarían el ritmo más antiguo de la raza humana. En esos pliegues cóncavos no había amor.

Las pipetas lucían más tristes que nunca cuando reflejaban el rostro de Martín. La dueña y señora del laboratorio, había sido enviada a Dinamarca. Y él al parecer sólo había sido parte de la despedida.

XVIII – Minutos con mi Primer Jefe

“Renato, está bien, necesito pedirte un favor “paré el hilo de la conversación de pronto, cansada de tantos elogios; “Quiero que me cuentes algo sobre tu vida sentimental, si te va muy bien en ese aspecto”

- ¿Algo sincero?
- Si tu felicidad mejor dicho, ha implicado que disfrutes de tu vida sexual.

Sentí una mirada repleta de curiosidad, como preguntándose también en qué medida el desempleo me había afectado. “No tengo problemas en ese aspecto; soy muy complaciente”, “Necesito una prueba de tu afirmación…”

Lejos de intimidarme, me indicó con el índice una fotografía, donde aparecía junto a cuatro niños y una dama realmente atractiva. “Evidentemente, ¿dígame, cual es su cargo actual?”, “Director Comercial de la Línea de Fármacos y Derivados”.

Chosica
11/11/11


Aroma

Ernesto acaricia mis tibios pechos, mientras se alista a penetrar en la vorágine de nuestra pasión. Su sexo ardiente se reviste de mi aroma natural; sus labios por fin se confunden con los míos. Infinitamente. Porque la noche era nuestra, porque nuestros deseos eran únicos; como lo habíamos establecido.

Enhiesto el sexo, lentamente se iba apoderando de la cavidad de mi cuerpo experimentado y a la vez debutante; aunque deteniéndose por instantes en mis cabellos. En su aroma inexplicable a vida.”Qué hermoso olor” me decía sonriente y excitado. Yo reía y el también; como un niño enamorado de la vida.

XVII – Kilómetros fuera de casa




Cieneguilla era un lugar apropiado para organizar las cosas. Necesitaba un espacio para mí y mis objetivos. Así que opté por ir a un lugar como este; sola por supuesto.

Establecida allí, ubiqué un restaurant hotel con nombre astral, tomé mi ordenador y al conectarme a la red, comencé a revisar mis correos personales; la luz del ambiente era agradable. Tenía que preparar a mis cinco contactos profesionales que me quedaron; de la cantidad original algunos viajaron fuera del país.

Renato Arismendi había respondido mi mensaje, se mostró interesante ; pero definitivamente iba a tener la semana muy complicada. Miguel Arambulo, no mostró mayor objeciones y al parecer sería el primero en atenderse de la lista.

Venía trabajando en proyectos sociales, para sorpresa de ella. Ella que optó por disfrutar aún mas de las bondades de Cieneguilla; a 17 kilómetros de casa y con la firme decisión de comenzar cuanto antes; porque estábamos contra el tiempo.

viernes, 21 de octubre de 2011

El Perfil que ya no Vimos


Ella olvidó sus juegos de fábulas, su aprendizaje de sonetos “Monses” por orden de la profesora, ella se olvido su ser y se limitó a temporizar su existencia a un simple inicio de sesión.

En él se podía acceder a un par de fotos (donde aparecía con unos escotes riquísimos), a su triste estado de relación complicada y a un par de líneas patéticas que sólo incluían un “Hola” y unos emoticones de mierda que acompañaban a un patético “In louv”.

Fanny en cambio era la que animaba a todas, “Mi perfil está lleno de comments, de chicas y chicos que se aglutinaban como renacuajos para saber de ella; pendientes de si es que ella ponía una foto (con carita feliz obligatoria) donde aparecía con un top (que mostrara todo).

Fanny parecía una eterna sodomizada de la vida, una chica muy pilas aunque en realidad; era la típica idiota que aparentaba cierta lucidez. Una chica pilas al que los relojes algún día le fallarían.

Fanny y ella se conocían. Fanny y ella tenían acordado una cita con el profesor de un gimnasio de mala muerte, un tal Mauricio. Antes de la cita, se pusieron a revisar desde su espacio el perfil de este tal Mauricio imbécil de mierda. Cuando este llamó al celular de Fanny; era para confirmar que estaba en el parque del frente de la cabina. Así que ambas salieron con él a despejarse.

Llegó la noche y con el pretexto de pasar cerca de Independencia, él anuncia que acompañaría a la amiga de Fanny. Pero ella estaba hecha un botecito en alta mar. Así que fueron juntos y a partir de la tercera esquina comenzarían los besos, seguidos de instantes parecidos sentados en la combi.

Bajaron en un paradero extraño, muy cerca había un hotel que implicaría el desembolso de cuarenta fichas para el pobre instructor de chibolas culonas, al que el gimnasio Tauros debía casi dos meses de sueldo. Otro beso y la chica del perfil comenzó a alucinarse la novia del mundial.

Ya dentro del hostal, era el deseo, el jacuzzi, el espejo del armario que revelaba las vellosidades de un trasero masculino que accionaba sobre las caderas suaves de la chica del perfil. Había tiempo, todo valió la pena los cuarenta mangos, las quince lucas gastadas en la oferta de ron con gaseosa en cajita tetrapak con vasitos de plástico que pidió con sonrisitas a la dependiente de la tienda.

No era necesario describir la escena. Ahí solo yacían dos tristes idiotas creyendo que el amor viajaba y se mantenía entre bits and bytes. Dos tristes idiotas que expulsaban sus flujos orgásmicos en sábanas mal lavadas; mientras que en el televisor pasaban escenas de Bob Esponja quejándose de la explotación de Don Cangrejo.

- Señor Cangrejo…
- Qué Bob Esponja.
- Eh jejejeje, sólo quería decirle que si estoy dispuesto a quedarme más tiempo…
- Y…
- Sin cobrar nada más, eh jejejeje.
-

******

Tiempo después el perfil de la chica que soñaba ser enfermera y curar niños yacía abandonado. Sólo Fanny se lamentaba expresamente de no haberla acompañado en su estado a su casa. Cada día escribía incoherentes comments como los “espero estes bien amiita, con los angelitos px” “amiita hoy conoci a tu sobrinita recien nacida, adivina como se llama”; lo peor era que ella no respondería más.

Lo peor era que tras esa lóbrega sesión no iniciada, estaba aún almacenada (como para mantener ese círculo vicioso que es la vida cotidiana) las pequeñas y humildes pruebas de su inexperto y sodomizado paso en la sociedad, por citar su par de fotos (donde aparecía con unos escotes riquísimos), su triste estado de relación complicada y su par de líneas patéticas que sólo incluían un “Hola” y unos emoticones de mierda que acompañaban a un patético “In louv”…

Surco
14/10/11

XVI– Días, no Más.

- Sólo me quedan dieciséis días, no más-Loca, si no puedes ayudarme ahí nomas no hay roche; pero de que me tengo que mover-ya bueno eso después te cuento-si todo bien, todo rico- Es por el tema huevona, es por el tema y si lo tengo que argumentar-ya bueno chau cuídate y sorry pero voy sola es en esto.

Para los fatalistas, hasta ocho días. Parecía desesperada buscando una ley muy distinta al amor; una ley que quería demostrar al mundo. Necesitaba ayuda y mis contactos eran más pragmáticos que la patada; cómo hacer encuestas si ni tenía el tema. Un momento mencioné los profesionales; ellos me gustan demasiado son buenos los que pasan una entrevista; buenazos.

Pero y qué les meto a ellos, encuesto a cien profesionales sobre qué, desempeño laboral, sus secretarias me filtrarían al toque las muy perras. Un momento, eso las secretarias, porque las eligen lindas, por qué los hoteles se llenan cuando celebran su día. Un hombre que destaca en su trabajo, puede destacar en los deportes, por ende en el sexo. A las mujeres nos gustan los hombres así.

El Eros y su influencia en el desempeño profesional. Ok ya tenía mi tema, ahora que estaba tan fresca con las ideas; cómo haría con las fuentes. Ok los cinco más cercanos, a encuestarlos, a preguntarles, mis ex jefes de hecho o sus asistentes que posiblemente ya ascendieron, eso con ellos una llamadita un café y listo conversamos y me contarían sus experiencias en el trabajo y con las mujeres. Listo todo arreglado; a ver los ubicaré de una vez en la agenda.

Sebastián, aquí nos tienes


-Señora, qué hace aún aquí; van a ser las nueve.
-¿Qué, no puedo estar aquí? Anda dedícate a hacer lo tuyo.
- Señora , es justamente lo que estoy haciendo…
-Pues ya me quejaré con la municipalidad, esto es un abuso; mi esposo muerto me necesita.

Las horas de sueño para don Pigricio, ya no son las mismas. “Señor este es un sueño injusto para los justos”; repetía alguna vez Sebastian, segunda generación de los sepultureros del cementerio el Angel. “Hazme la gauchada pe, Rildo; esa tía hay que sacarlo con la fuerza”. Dicha tía pensaría que en la primera vez de muerto de su esposo; algo le podría pasar. Así como cuando acompañó a Rodolfo el menor de los hijos al jardín; y felizmente porque casi se cayó de las escaleras. Eran las 9: 10 pm y la señora viuda de Erausquin seguía en el mausoleo del esposo recientemente sepultado a las 4:00 pm de la tarde.

Le mintió a su hijo, que Antonieta la empleada, la iba recoger de sus compras del supermercado, “Vamos, hijo yo me quedo a meditar” Pero, la señora hizo su vida de siempre, “…Que exagerado eres Filiberto, yo no le dejaría ningún sol a Antonieta; que va ser de los cachorritos de mi nieta, de la casa de campo; ¿quién va mantener todo eso?” “Señora, por favor me obliga a echarla de aquí , por favor” “Un momento , no me ve que estoy ocupada aquí”

La tomaron ambos por la fuerza, la levantaron; la anciana gritaba. Dejó caer una pesada billetera, los dos hombres se miraron mutuamente, si continuaban darían a entender que se apropiarían del dinero. Continuaron, “Ay pobre de Ustedes que le roban algo a mi esposa, se van a quedar con esas miserias de mi billetera; yo les ofrecía algo mejor” “ Ya pues señora, estamos trabajando” la descendieron, “Les propongo ser su inquilina, a ver cuánto ganan entre los dos” “Señora…” “ Ya tía el gana setecientos, ochocientos…” Bien mil quinientos, les pago el mismo sueldo a ambos; pero déjenme quedarme aquí las veces que quiera” “Bueno, Señora la necesidad manda, Usted gana” Muy bien chicos, me han caído bien que les parece si cerramos el trato con un cafecito; en mi casa por supuesto. “Señora, no me diga que es otro cementerio…”

San Miguel
14/10/11

Su trabajo, o mejor dicho su pasatiempo pagado, era proyectar películas desde cintas de X milímetros o unidades digitales. Un proceso elemental que demandaba su atención, su predisposición y su concentración; para cuando ya el material se proyectaba. Pero algo aconteció cierta vez en su día de labores.

La cinta era para el desconocimiento general. Estaba sólo y la película estaba buena. Tomó la decisión de bajar a las butacas, sentarse en una de ellas, apoyar sus piernas en otra y encender un cigarrillo. Más tarde una escena, se prestaría para que pensara en el contenido de su entrepierna.

XV – Minutos, el sosiego


Mi rostro ya lo había perdonado. Mi risa era agónica, mi piel; una mar en busca de embarcaciones. Él ya estaba rendido, el ya había dado todo de sí, sus pases de cabeza, sus despejes desde el área sus contragolpes, sus interceptaciones, sus pases en profundidad. El futbol se traducía en su sonrisa de victoria.

Encendió un cigarrillo, se torno hacia mí y me miró con una sonrisa directamente a mis ojos. Me sentía como una niña ante sus primeras lecciones de oración. Pero yo prefería acariciarlo, sentir su desnudez como un paisaje único y sensual para mí. Porque él era distinto.

-Me encantas, no sabes cómo me gusta estar así contigo.
- Ya estuvo bueno, así que ahora no te apartes de mí.- exclamó para cuando mis manos pasaban sobre sus caderas.

Su cuerpo dibujaba una sonrisa, yo acariciaba su abdomen endurecido. Yo era la niña que acababa de aprender a orar durante esos quince minutos de sosiego; en esas miles de lecciones de cuerpos. Él era mi hombre, mi profesional, mi cliente; en una palabra él me pertenecía. Y ya era tiempo de decretarlo así.

lunes, 26 de septiembre de 2011

El Lado Oscuro de James B.


Tenerife 9:00 am:

El avión acaba de aterrizar, hay una maleta por recoger. La señorita de aduanas que solicita un autógrafo. Se trata de James B. creador de redes sociales y publicista aficionado. El escribe mal algo que parece decir Jimmy. La dependiente distraída pero encantada, olvida de pasar la tarjeta con chip para el control. En perfecto español, el hombre exclama un Muchas Gracias, sin soltar el mondadientes que llevaba en su boca desde el desembarque.

Lisboa 11:30 am:

La muchacha escucha atentamente las indicaciones del joven magnate; ahora supo que habría besos en la boca y abrazos eróticos. Lo que no sabía era con quien los iba a tener, si con su magnate interlocutor o con cantante de Fado. El la tranquiliza, Me aseguraré que sepa de ambas cosas. Luego de un pequeño beso en la mejilla, se retira entre pensativo y deseoso de poseer.

Milano 1:45 pm: La mesera tenía una sonrisa encantadora. El ya tenía anotado su número de móvil. Vendría por ella a las nueves de la noche. Vestiría una capucha y lentes oscuros. La joven pensaba que era una invitación a tomar un café y a pasear por algunas calles. Pero James B. estaba listo para domar a aquella fierecilla. Pero bien eso era dentro de unas buenas horas.

Londres 3:30 pm:

Una reunión infructuosa con Phillipo Nieri. El que insiste en reducir las tarifas de los Adsense. El que insistía en adoptar la publicidad como propaganda. Pero a nadie en el mundo le gusta que le vendan algo. Quedaba una hora de reunión más con el CEO de TIM. Pero en ese instante mandó a todos a la Umierda. Se retiró y quiso hacer algo por última vez en Reino Unido.

Belfast 7:00 pm:

Le tocó una brasilera espectacular. No lo dejaba quieto ni por un segundo. El pobre no cabía en sí en cada arremetida de la joven emigrante. Al diablo la jovencita del restaurant, al diablo la prensa. Tenía que terminar de una buena vez con todos los asuntos pendientes en Europa, tenía que obtener los diecisiete millones en anuncios publicitarios. Tenía que…

Milano 10:00 pm:

Ella ya no estaba, se había cansado de esperar. Dejo una notita para él. Decía en italiano. Te estuve esperando, te anoto la dirección de mi departamento. Sobrevino una llamada, era uno de sus encargados que sugería regresar de inmediato a Palo Alto, que habría una convención que atender.

California 12:00 am :

James B. Sentado y preparando su discurso, James B. que no encuentra la cafetera. James B. que manda a la mierda a todo el mundo, desde Tenerife hasta Milano. Porque ese mundo ahora lo había convertido en un perfecto incompetente.

Chosica
Setiembre 2011

XIV– Minutos Llenos de Él

Abrí los ojos irremediablemente, era demasiado grande y potente aquello que sobrevino para mi útero. Extrañamente vino a mi mente las clases de bolígrafos que usaba en el colegio. Estaba loca. Pero no podía resistirme a oír sus jadeos a sus manos deseosas apoderándose de mi vientre, de mis senos y mis caderas; dirigiéndolas a él.

Todo era ternura ahora que mis flujos de mujer , facilitaron el trabajo de su miembro dentro de mí, permitiendo que transcurriera fácil y suave durante nuestro amor. Sus ojos entretanto, ya eran capaces de encantar a la misma medusa.
Me invito a sentarme sobre él, a sentir esa porción de su ser nuevamente sobrepasar mis pliegues vaginales hasta llevarme al cielo de placer.

Y nos movíamos como entonando un coro de amor. Cada vez más intensos y deseoso me tomaba entre sus manos y me invitaba a unirme más a él. Comencé a notar que estaba ante un auténtico administrador.

Trabajaba muy bien en equipo, coordinaba bien, controlaba mis movimientos y gestionaba mi cansancio, llevándome a ritmo lento. El no se venía y yo tampoco quería eso, pasados catorce minutos sentí una materia líquida y caliente sobre mi vientre, eran sus genes. Infinitos e inquietos hablándome de amor.

Eva Gritz


Eva se muestra perpleja luego de la pregunta de sus padres. Las lecciones van bien, definitivamente. Cosas como estas son las que logra recordar casi entre risas, mientras se movía excitada sobre su primo de veintitantos años, en el cuarto de sus padres. Su primo que era el encargado de repasarle matemática, incluso hasta altas horas de la noche. Eva Gritz termina con el vientre empapado por enésima vez. Ella se muestra feliz, por la obra de bien que acaba de hacer con su primo y también por las lecciones aprendidas.

Eva deseaba ser una hermana enfermera, le gustaba ayudar a los demás. Precisamente, para evitar que su primo vaya a donde las prostitutas; era que se entregaba a él a fin de evitar que cometiera ese pecado mortal. Y ese era el modo que empleaba este miserable para convencerla, desde que ella entró a tercero de secundaria.

- ¿Te gusta Eva, te gusta esto?- exclamaba con sadismo en uno de sus tantos encuentros.
- No te lo voy a negar, pero sí; está bueno.- respondía Eva Gritz.

La mujer de blanco fue severísima con Eva, quien vino al consultorio luego de sus quejas de náuseas y mareos. La línea de orina que vertió sobre ese aparatito blanco, a pedido a gritos de sus padres, dio como resultado de análisis que la jovencita estaría esperando un bebé.

A la mañana siguiente, mientras su primo era auxiliado por la empleada luego de los salvajes golpes propinados por los cuatro hombres de la casa (entre ellos, el de un angustiado primo que soñaba con Eva), la jovencita vislumbró una luz en su camino; porque todo se trataba de una señal divina. Estaba convencida de que en su vientre llevaba, nada menos que a su Salvador.
La piedad. Acaso la rutina no se apiadaba de ese carnicero quien repetía la misma operación de arrancar las extremidades a la res, día tras día. Ahora camina a su hogar, a sentir la ausencia de una mujer, de unos hijos; sólo el retrato de su madre, Moisés como has cambiado, Si madre lo sabes muy bien, Deja todo eso y ven conmigo hijo.

La piedad. Por qué no habría de intentarlo. El carnicero toma una de sus herramientas de trabajo y se la incrusta en el corazón. Y supo al fin que la muerte se parecía tanto a él.

XII - De Septiembre Para no Olvidar


Entramos a la habitación y al instante nos comenzamos a besar y acariciarnos; hasta mordernos incesantes. Sus labios examinaban cada parte de mi rostro. Su lengua era una eximia exploradora; y yo estaba rendida a su sexualidad. Hasta que sentí su erección sobre mi vientre.

- Veo que estás listo- le dije casi jadeante.
- Yo siempre estoy listo- respondió continuando con sus besos.

Sus labios suaves se compadecieron de mis senos en cada beso; provocando que mis pezones recobraran vida. En un instante más, me encontraba desnuda y decidí ayudarle en esa misma tarea. Tenía un cuerpo precioso y bien marcado.

Su erección, su erección se iba asentando cada vez más hasta que lo noté en su plenitud. Entonces cerré los ojos profundamente y tomando con mis manos sus glúteos lo atraje hacia mí, hasta que entró como un dios niño.

martes, 23 de agosto de 2011

Primer Plano Tus Ojos



El trozo de papel prestado por el asistente de cámaras, no fue suficiente. Luego de cubrir la nota, aún continuaba el llanto de la anciana; continuaba la crudeza de un hombre que dejaba de serlo a consecuencia de un brutal atropello que le había destrozado el cráneo. Parecía que la palabra consuelo, no existía en el vocablo castellano.

- ¿Qué y nos quedamos acá con la tía? – Preguntó súbitamente.

- Hasta que venga el fiscal…

- Vete a la mierda, quedé en apoyar a Tavo en ese asunto del burdel.-afirmó rotundamente.

- No pienso ir, anda en la unidad móvil si gustas; yo me quedo a ayudar.

Fitzgeral era una mierda, la unidad móvil era una mierda; el imbécil que se había dado a la fuga luego de matar al motociclista del courier era una terrible mierda. Ya habría sacado las mismas conclusiones por más de decenas de veces durante cinco años. Mujeres asesinadas, gays sacrificados, cadáveres de recién nacidos, sacrificios de animales. Había veces que no quedaban en las ediciones. “Chabela, olvídalo ya será para cuando falten notas”.Como decía el director.

El director, Faustino Quesada (ningún parentesco con la familia magnate de la competencia) había cometido el gravísimo error de haber recurrido a un burdel en

estado de ebriedad, luego del cierre de contrato publicitario con Mayer Inc. Gravísimo por cuanto las redes sociales ya habían pasado el dato, de que el hombre más próspero de la prensa chicha estaba metido en un tremendo lío con la proxeneta mami del Tunche; así que a salir volando hasta el Centro de Lima.

- Vengo por mi jefe; Chabela Hoyos prensa nacional.

- Mira mamita aquí tu jefe tiene una deuda con nosotras.

- ¿De cuanto se trata?¿Dónde está mi compañero Tavo Rojas?

- Está metiéndose un polvo con una de mis asistentes, chamba es chamba.

- Hijo de puta…

Despavorida Chabela , buscaba en cada cuarto al autor de su feminidad; a su primer tutor de cuando había ingresado al diario. El cabrón estaba encima de una chibola de más o menos diecisiete años, teñida y con pelos en la axila. “Huevón de mierda, así es como quieres sacar cara por el diario que te da de comer” El estaba sorprendido, no imaginaba que esa jovencita de hace cinco años, ahora sea capaz de putearlo y reclamarle dignidad a su trabajo.

Luego de vestirse, Tavo Rojas se disculpó y comenzó a tratar de resolver el caso de violación al que quería involucrar y sangrar al jefe. Conocieron del caso, que se había desarrollado un año atrás, que había sido de un intento de no pagar los servicios de una menor de edad; para este negocio era una violación. “Mira tía, aquí no queremos más líos; dinos cuanto es y a la mierda” La proxeneta fue por una calculadora, luego de preguntar a una trabajadora por su ubicación.

Chabela estaba avergonzada, había perdido su vitalidad imaginándose el cómo se había entregado a un putañero; quizás en gratitud o admiración por sus consejos o por esos ojos tan esperanzadores que capturaban las imágenes y hacía impactar en las noticias. Chabela estaba herida y comenzó a entender a la señora de la panamericana sur quién había perdido su ser de madre.

- ¿Chabela, estás bien?

- Vete a la mierda, acabo de dejar sólo a un compañero de trabajo…

- Así es la chamba…

- Pensará que me muero por tu pinga; eso es lo que me jode.

- ¿Y no es así, acaso?

- He conocido mejores, ya viví cinco años más desde aquella vez.

- Por qué estas aquí.

- Porque quiero que mis ojos descansen y no anden tras la muerte.

La señora del local hizo un cálculo ajustado a la realidad: Cuatrocientos noventa y seis soles. No pago el servicio, seis sillas rotas, una mesa que cojeaba destruida, seis botellas de cerveza llenas….”Ya ya tía, toma aquí tienes…pásame ochenta Chabela, porfa….noventa pues tía.” “Ya sobrino llévate tu bulto y que no vuelva a joder, hey no has pagado del servicio” “No empecemos pues, no iba a….” “Aquí yo trabajo seriamente o me das los treinta soles o te quedas junto con tu jefe” .

Otra cruda realidad de la civilización de mierda llegaba a los ojos de Chabela. La bella jovencita pechugona egresada del Bausate y Meza. La jovencita que nuevamente era consultada por si tenía otros treinta soles. La jovencita que mandaba a la mierda a su

mismo ex – tutor y amante. La que tomaba la unidad móvil y se dirigía raudamente a ser consolada por Fizgeral que babeaba por ella; porque ahora sus ojos requerían consuelo. Sus ojos contagiados de la basura limeña, sus ojos ansiosos de ser protagonistas esta vez de ese algo que muchas veces necesitaremos: compasión.

Chosica
21/08/2011


XII – Cuadras de Aquí


- Ven, vivo a doce cuadras, sígueme.
- Estas preciosa

El ya era mío desde sus besos. Ahora yo lo invitaba a hacerlo inmortal. El camino no era tan largo definitivamente, pero requeríamos la ayuda de un Taxi. Cuando se detuvo uno finalmente, recuerdo haberle dado mal la referencia “¿Cómo que a doce cuadras, señorita?” “Disculpe, vamos de frente; pasando la Calle Manzanal”.

Su mirada me hablaba, su mirada me transmitía en todos los idiomas del mundo su instinto de deseo. Dejamos atrás el incidente del regateo, eran apenas las diez de la noche, eran apenas mis instantes más comprometedores y únicos y sencillamente míos. Estaba con mi príncipe, quien visitaría mi palacio.

Cuando llegamos al edificio, un saludo previo al vigilante quien nos miró incrédulo, un salto al ascensor y más besos y luego a mi departamento “No es la llave, sorry” Los nervios y después los besos. Sí, tenía un lindo saco de seda. Tenía que empezar necesariamente por ahí.

Interior D



Por aquí yace frío cerca de ella lo que no parece moverse más; porque aún no despierta. Estuvo mucho en esa posición extraña con él, él sobre ella, incrustando violentamente algo que salía de él. Ella ni se movía, ella ni renegaba de su tonta vida de secretaria mal pagada; porque él siempre estuvo con ella.

Tras la muerte de su acompañante, sólo le quedó negociar con el vigilante.” Se fue por la sobredosis, pero esto nos puede perjudicar.” No se veía nerviosa. Por fin salía del Interior D con la firme convicción de que ahora permanecerían para siempre unidos.

El recorría sus pensamientos, cada uno de ellos los llevaba irremediablemente a ella. Otros instantes llegaban a él como recuerdos de lluvia; perdiéndose en la inmediatez de la lascivia. Pero ella ahora se enfrentaba a él, ella reclamando a su hijo y el un pobre un fracasado más.

Porque el cumplía con sus días de labores, con sus preocupaciones de empleado mal pagado. Muchas veces se privaría del sueño para ayudar a su hijo en las tareas; mientras sentía la daga del deber apoderarse una vez más de su tiempo y de sus fuerzas. Pero él se mantenía en pie muy a pesar de todo.

A él no le importaba con quien se enfrentaría. Para él, el mundo es un puño cerrado que con ayuda de una pata de cabra podría abrirse. Tratándose de sus hijo el haría frente a la chica de las grandes orejas, que viene reclamando cigarrillos y la tenencia del menor.

Algo transcurre entretanto, alguien llega a él con noticias. La madre, sí aquella provista de traje de overall y también de cigarrillos; acaba de internarse. Los cambios siempre llaman la atención; pero él no era tan inocente. “Hijo, ¿ qué te parece si nos vamos de paseo?”.

XI – Segundos Fuera de Mí



No estaba aún a mi merced. Sentía por momentos que me miraba como si fuera su profesional de ensueño o su hada madrina; como que estaba convencido de que yo lo transformaría en un ejecutivo en potencia. Pero él era mi insomnio, mi príncipe.

- ¿Ocurre algo? – Preguntó mientras se acercaba más a mí.

- No, en absoluto. Sólo notaba lo cansado que estás.

- Y dime entonces que sientes cuando hago esto…- Me volvió a tocar las manos.

- Por Dios, no hagas eso yo…

Y llegó el beso. Pasaron uno a uno los segundos; ya tenía sus ojos frente a mí. No aceptaba aún el cómo su rostro había llegado hacia mí. No tenía más que hacer, sólo dejarme llevar. Quería sus brazos, sentía su abrazo; su pecho hediondo de placer.

El me tenía a su merced ahora, me imaginaba tendida, desnuda y feliz sobre su cuerpo; y eso ya no me asustaba. Estaba embriagada de dicha, como hechizada. Entonces tomé su cuello con ambas manos e intensifiqué mi tributo de amor con mi príncipe ansioso.

lunes, 20 de junio de 2011

Cásate Conmigo Kate Winslet


La espera era incesante, era la cuarta vez que preguntaba del por qué de la demora y la dependiente, sin obviar su sonrisa de cuatro meses de cursos e impacientes; le respondía que había turbulencias. Ella no se explica cómo es que en Irlanda hay ese tipo de cosas. Constata nuevamente que el aviso de Prohibido Fumar este en su sitio. Quiere irse pero el vendrá en cualquier momento.

El la tomó con delicadeza, tenía el aliento a tabaco; había tenido un pésimo día. Ella sabía perfectamente a que se refería. Era como recordar esas molestosas llamadas de Kasey Brians de la revista Vogue, que terminarían en las largas sesiones de flashes y posturas, era horrible decía ella, esta vez encendiendo un cigarrillo aunque con la ayuda de su novio.

En el hotel todo fue distinto. La arquitectura de Dublín había influenciado también al Hotel no escapando de la elección de los artistas. Ya en la habitación por fin se abrazaron, solos y alejados de ese mundo tan superficial de las cámaras y los curiosos. Por fin desnudos se enlazaban a sus pasiones como dos niños entregados al juego. Ella volvió a encender un cigarrillo y sin ayuda.

Su novio echa un vistazo a la ciudad. Está desnudo pero a él parece importarle poco. Lentamente esa privilegiada erección sucumbía a la normalidad de su anatomía. El también quisiera acompañarla, pero prefiere ver el paisaje del que tanto habló James Joyce. De pronto voltea para seguir viendo a su musa, real y natural; ella sonríe como la niña de treinta y tres años que es.

Sus cabellos vuelven a recubrirse de transpiración, hay esta vez frenesí y algo de premura. Él despliega su vigor arremetiéndola de virilidad, penetrándola, dirigiendo su cuerpo y besándolo según el alcance de sus labios. Ella en cambio permanece quieta, contemplándolo según la postura que pudiera tomar; también es de besar y prefiere el amplio pecho de su profesional del modelaje. El tiempo transcurre lentamente, hasta que él se detiene.

A la mañana siguiente el revisa el diario. Hablan de ella y de su nuevo papel. Silba para llamar su atención y su amada se limita a hacerle OK con el pulgar enhiesto. Ella parece muy distraída con el diseño de la taza del cappuccino, al parecer ese tipo de detalles bien que le gustarían a Mía. Inicia entonces la llamada saludando a su hija, Buenos días mi amor.

Pero hay un amor que se desarrolla y se cautiva en ese hotel dublinés. Un amor que se entrega a las horas y que no se limita en lo absoluto. Como el desarrollado anoche precisamente. Ambos deseaban repetir las escenas nuevamente, era obvio que sin luces, ni directores, ni sonidistas, ni técnicos como el de Hudeos Kinsky; que llegaron a poseerla facilitando la venida de Mía al mundo.

Hay una llamada de Londres, la nana Rogers ha caído enferma. Es preciso adelantar el viaje. Él entiende perfectamente y se prepara para encender un cigarrillo. Al parecer la escena de México se vuelve a repetir. Entonces avisan para que le ayuden con las maletas.

Ambos salen con rumbo al aeropuerto. Ella llama a su agente, No podré estar. El chofer logra reconocerla, no si dejar de pensar en el tremendo éxito de la película de James Cameron. Ella revisa el nuevo mensaje de su hijo, este le cuenta que obtuvo un nueve en química, el curso que nunca agradó a su madre.

El la toma de la mano, la ayuda a bajar del auto, acomoda sus lentes y arroja la colilla del cigarrillo. Ambos caminan con prisa, se necesitan mutuamente, conforman el mundo que los ha tocado. De pronto esquivan a una curiosa de pésimo inglés, ella sólo se limita a sonreír y a levantar el pulgar como diciendo OK. El no parece decir nada, parecía que el Gracias estaba reservado para los labios de Kate. Parecía que aún no había superado el incidente de la turbulencia.

Ambos suben al avión, la gente continúa saludándolos. Hay algo en él que anima a la gente a no acercarse mucho. Quizás su fuerte aliento a tabaco o quizás por esa circunspección propia de alguien que había sido criado por una tía gorda aficionada a las cartas. Ahora él tenía la misión de proteger la intimidad de su amada, aunque el contexto les sea adverso. El avión despega, el viaje será cortísimo pero es la prisa lo que los mueve así por el mundo. Ella no suelta las manos de su novio.

Ella recuerda feliz el hotel dublinés y sus dos orgasmos. Ella piensa feliz en sus hijos aunque en parte preocupada por la nana Rogers. Ella constata que tiene la mano izquierda de Louis y que en la parte superior del corredor diga “Prohibido Fumar” y ante esta realidad finalmente suspira; aliviada.

X – Las Veces que Miré su Rostro


Estaba precioso. Su rostro brillaba como nunca y no, no quería que vaya al camerino, a la ducha o al bar para celebrar el triunfo; lo quería para mí así. Brillante, brillante y mío; como lo había deseado tantas veces, en el trabajo, en mi casa, en mi desempleo.

Apagué el teléfono, quería todo ese despliegue de músculos y sonrisas para mí; sin distracciones sin elementos cercanos y mundanos que me distraigan la vista. Había conseguido mi objetivo de tenerlo frente a mí y en short.

- Bueno y me vas a tener así. – Se quejaba el pobre.
- Quiero pedir algo, así que no te escapes. –le advertí al pobre.

Entonces escuchaba su apreciación del partido, de sus pases certeros, de su sólida contención y de sus geniales pases que había conducido a la victoria a su equipo. Quizás olvidando que ellos jugaron sólo con seis; de acuerdo a mi lógica de futbol 7. El seguía hablando hasta que llegó el jugo.

Siempre en servicio y atento para el momento de servir el jugo. Sus manos me volvieron a tocar y estaba segura de que comenzaba a lubricarme. Estaba precioso y radiante. Todavía no había tomado su baño pero ya era mío. Su hombre interior me lo decía.


El fuego había arrasado una hectárea de cultivo. Milagrosamente no habían muerto sus dulces aves que criaba desde hacía meses. Fue una tarde como nunca, increíble y desastrosa. Ahora estaba solo y aterrado con la posibilidad de empezar desde cero, de jugar con la nada y morir de pronto de la angustia.

Mientras andaba entre los escombros, mientras juzgaba el ardor de la quemadura de su brazo izquierdo, sintió que algo se movía y venía hacia él. Era una pequeña ave que acababa de nacer. Él

no supo si aquello era una señal divina o uno de esos animalitos que al principio suelen piar y que mas tarde, cuando adultos; cantar. Su pensamiento esta vez condicionó una sonrisa.

Acababa de despertarse .Acababa de percatarse que una lámpara se había estrellado en el piso y que el fuego se había propagado con ayuda del viento y su contubernio con el tiempo. Su entorno no era más que llamas y una atmósfera mortífera.

El director cortó la escena. Tenía que atender una llamada urgente aunque también se quejó porque no debió aparecer el pollo en escena. El actor principal aprovechó para hacer una llamada a sus padres “Todo salió afortunadamente bien, la escena salió estupenda y no se emplearon dobles” “OK mi pequeño” colgaron. Entonces soltó al pequeño pollo; ya nada tenía sentido.

Crema Urbana

Cuando Martina saboreó ese pastel, pudo comprobar que el mundo estaba definitivamente a su favor, que aquellos hombres que tiempo atrás se habían burlado de su inocencia, ya sea engañándola, penetrándola o dejándola sola; se habían esfumado de su vida como por arte de magia. Ahora ella sólo tenía tiempo para recrear sus sueños con más intensidad. Ahora su vida por fin tenía un sentido.

En el internado del Cristo Redentor de Cali, una muchacha aprende de pastelería. Su nombre es Martina y su atestado revela demencia crónica. Se la acusa también de haber asesinado a dos hombres. Sus novios.

IX - Minutos Después del Partido


Eran las siete y media de la noche y él aún se mantenía en la defensa. Había llegado media hora antes a la losa deportiva. Él no se había percatado, en parte porque estaba vestida con buzo y llevaba un polar con capucha .Él jugaba muy bien y parecía no cansarse.

- Hey que puntual.- Me dijo en el entretiempo.
- Para que veas, ¿una fotito? – le dije mientras sacaba rápidamente mi cámara semiprofesional.

Luego la alineación cambió y ahora era un hábil volante. Llegaba con facilidad al área y conducía muy bien el balón y habilitaba efectivamente al delantero que apenas superaba el metro sesenta. Y así llegó un gol por su servicio.

Efectivamente, al acercarse a mí pasados esos nueve minutos luego de su partido, pude sentir algo como a mil demonios; pero yo sabía que ese cansancio valía la pena, porque tenía algo de mí y de mi espera, tenía mucho de nosotros y era preciso tenerlo frente a mí; como un héroe exhausto.

martes, 24 de mayo de 2011

La Venganza de Felicia



Eran esos días en que no estaba con humor, ni como para dar la hora. Los días en que sus amigos solían decir que le habían presentado a Andrés; pero ella no reía. Muy al contrario preparaba sus venganzas una por una. Más adelante se apreciaría cómo a uno de ellos le caería una bola de helado en la cara o una humareda de talco en la cara por faltoso.

Pero las mujeres llegan a crecer y por ende llegan a cambiar. En este sentido Felicia no se quedó atrás y conoció el amor, el desengaño, la desfloración y otra vez el desengaño. Total se trata de una jovencita de estos tiempos, con sus sueños y frustraciones. Felicia crecía y el mundo se iba lentamente a la mierda para ella; porque ya nada parece tan fácil como cuando los trece años.

Felicia creyó conocer a la más dulce y sinceras de sus amigas, hasta que esta se acostó con su aún ex – novio “Te juro que yo no lo sabía” “Pero si yo siempre te lo cuento todo” “Ah disculpa, cualquiera se puede olvidar” Pamelita nunca olvidó ese día en que su cara besó uno de las manos de su otrora mejor amiga Felicia.

Felicia tenía un amigo, hasta que este se la tiró. Felicia no sabía si gozar de placer o llorar mientras este con torpeza mordía su hombro derecho, mientras jadeaba y se impulsaba sobre ella; su mojada y desesperada mejor amiga. Pamelita aún recordaba la bofetada y no tuvo más remedio que ir donde sus primos, quienes le enseñaron mucho sobre la materia.

Así las chicas crecieron y se hicieron mujeres en el reino de los cielos de esta tierra. Algunas se confesaban otras seguían pendientes de sus enamorados y sus condones. Algunas pensaban en estudiar pero con toda la seguridad de ser obedientes ex – vírgenes. Pero hubo una ex virgen que no dejaba de sorprender a las demás. Era inteligente, bella y arrechísima cuando estaba junto a un chico con más de un metro setenta y cinco, deportista y que le guste.

Felicia había conocido a un chico, quien se había quedado impresionado por los pechos de su nueva compañera. Felicia y este chico ya se reunían regularmente, hasta que cierto día la chica nueva llamada Aída, se llevó al licenciadito (como así lo conocieron). Felicia no sabía que decir ni hacer. Mientras llegaban las mentiras, Felicia preparaba su venganza.

No me dijiste que conocías a Pamela, Ah mira ya se conocían, Ten cuidado que es una puta, Oye tu serrana babosa qué eso de puta, Eso que tú sueles ser ahora con mis amigos, Yo no me meto con tus nerds. Felicia salió y coincidió con el director de comunicación de la escuela de negocios, le entregó un pequeño casette y se marchó.

Aquel día la presentación de los trabajos de idiomas, tuvieron un carisma distinto; ahora todo estaba listado como libro. El director presentó el video y de pronto Pamelita hablando de sus polvos y de que no necesitaba de un nerd como los de su instituto. Entonces uno de los Nerds dijo puta a Pamelita y de pronto otro y así toda la sala. Felicia había conseguido vengarse así.

Santa Eulalia
24/05/11


Ella no andaba sola. Junto con ella, en su mente de diecinueve años, convivían la imagen de su madre sirviendo una sopa caliente, la de su enamorado que solía eyacular sobre su espalda y la del tío que cada fin de mes le llenaba de regalos y de sendos gemidos hasta casi el amanecer.

Otra, muy cercana a ella. Ella era fuerte, recia. Con un pubis frondoso y mal aliento, como a ella le gustaba. Ella tenía el olor de su madre, la penetración dactilar de su enamorado, la vitalidad del tío para saborearla. Ella era todo eso y así como ella misma.

Esa noche en la que la vería por última vez, meditó sobre todos los detalles necesarios. Del cuchillo que habría que limpiar y de las bolsas negras que habrían que reservar para los restos de su amada después de descuartizarla.

Pero ella resultó ser la víctima, nunca pensó que su enamorado era amante de ella y que este al notar su presencia, cogió el hacha de su tío carnicero y la dirigió certeramente hacia su frente logrando así que deje de ser ella.

Chosica
23/05/11

VIII - Una Buena Hora


Detesto cuando no encuentro las tarjetas personales. Peor aun tratándose de un desempleado tan guapo como él. No dejaba de incomodar el no poder encontrarle en una cartera o en la otra, y maldición estaba en mi puta agenda del celular.

-Hola, ¿estás libre este sábado a partir de las ocho?

-Hola, sí… ¿pero qué pasó? -Renuncié a mi trabajo, ahí te cuento todo.

Alguien envió un correo en el trabajo. Ese alguien quería que volviera por el hecho de ofrecerme un nuevo puesto. Ese alguien no entendía que necesitaba hacer mi tesis, que necesitaba tirarme a ese príncipe desempleado y feliz con un gran futuro.

El me llama el viernes por la noche, me pide que le de el encuentro a su salida del juego de futbol 7. Lo esperaré encantada y feliz de la vida aunque huela a mil demonios. Porque sabía que esos mil demonios me harían feliz. Porque su ser estaba ansioso de mí y el mío de él, y no era justo que el tiempo nos venga castigando de esa forma; y no me refiero al desempleo. Estaba libre para él.

Ella me Nombra

Ella digita mi nombre y piensa en la igualdad de derechos. Ella me desnuda y constato la resistencia de su piel contra la vergüenza. Ella se recuesta sobre él y sin dejar de mirarlo, se acomoda hasta sentirlo dentro; por fin suspira y piensa que todo pudo ser distinto.

Ella reclama mi cordura, mi sensatez y mi paciencia, ella me pide que no almacene sus fotos, que no desperdicie mi semen cuando sienta la comodidad de mi cama en pleno cortejo con la vagancia. Ella reclama a mi hombre dormido de amuleto. Ella me nombra y su silencio es feliz.

VII - Instantes Entre Mí


Alguien decide en mi subconsciente, alguien me advierte que todo va a estar bien, que mi vida sería color de rosas al lado de un príncipe como mi gerente y que en definitiva, no habrán más hombres que me perforen de alegría.

Así fue uno de mis sueños. Cansada por el trabajo sólo atiné a encender la cocina y calentar un poco de arroz, porque no había superado el terror de encender el microondas. La luz de mi aposento sólo me invitaba al sueño. De pronto veo uno de los libros que encargué a mi hermana, al parecer se confundió de autor y trajo a Stekel. Abro una de sus páginas, pareciera que leyera algo y me quedo dormida.

- Hey, ¿ no irás al trabajo hoy? – distingo a la voz de mi hermana.

- No, no creo. Ayer renuncié-respondo tan rápido como salí de la cama con dirección a la ducha.

Era el único lugar para decidir, para pensar, para fingir que haría algo muy significativo. De pronto recuerdo una palabra del libro Sexual y bueno me encontraba también sin trabajo. Entre mí sobrevino un pensamiento. El de estar en la misma condición de mi príncipe azul.

viernes, 22 de abril de 2011

Bólidos del Miedo




Fernando, un excelente deportista de veintiséis años, había conocido a Paula; la atractiva voleybollista de Diseño. Fernando ya no comentaría de sus piernas ante los demás chicos de su Escuela de Cheff, Fernando ya no pensaría en cómo abordarle la próxima vez que se la cruzara en su camino, o bien saliendo del coliseo o bien yéndose a la biblioteca para consumir deliberadamente el ancho de banda de su universidad. Fernando seguía arrecho pero esta vez con justo derecho.

Ernestino en cambio había dejado su natural Ancash luego del aluvión que había acabado con su familia sus aves y sus sueños de ingresar a trabajar en la minera. Ernestino tenía un motivo para mantenerse con vida: La caridad. Los limeños a diferencia de sus paisanos sí se ponían una mano al pecho para desprenderse de unos cuantos sencillos y entregárselos a un limpia parabrisas humano como él, Muchas gracias Señorita, De nada Ernestino, anda con cuidado nomás le decía por enésima vez el gerente de comercialización de una empresa petrolera, a bordo de un subaru.

-Fernando que fue, te estuve esperando y nada.
-Perdóname Paula, tuve que salir tarde porque mi vieja se puso mal.
-Ah malazo, pero igual me hubieras mandado una alerta. Y bueno, ¿averiguaste algo? cuéntame.
- Los polos nos va costar cada uno ocho soles y aquí traje una muestra.
-Vienes listo, que interesante. Ya pues quedémonos con este.
-¿Segura?
-Yo me encargo del diseño. Gracias ah, eres genial. Me tengo que ir. Muac
-Te llamo más tarde para que me cuentes que tal te fue.
-No te vayas a olvidar eh.
(Pero Fernando se olvidó, esta vez porque le robaron su radio móvil; no había grabado su número)

Llovía y la noche se ocupaba con más fuerza de empeorar las cosas, porque alguien colocaba paneles para oscurecernos más por la hora del planeta y ese tipo de estupideces que sólo recuerdan que somos más desconsiderados con el planeta que la mierda. Ernestino por ese solo acontecimiento estaría dejando de percibir siete soles tan vitales para él como esa hora del planeta que debería ser toda la vida. Ernestino volvía a su vieja quinta de la avenida la paz, le esperaba el angelito de Dios de Camuchito (el hijo de su vecina minusválida), a quien dio como de costumbre su propina de cinco soles y más allá un gatito ciego de aproximadamente cuatro años al que después de acariciarle el lomo le dijo “Hoy tendremos que ayunar querido amigo”.

El padre de Fer, como le decían en casa, puso el grito el cielo, Tenemos que darle el carro de una vez Ximena, a este paso como va la delincuencia y ya no tendremos a nuestro hijo. La madre aún consternada y más preocupada que cuando no quería que su hijo maneje, terminó por aceptar y entregarle la llave del carro de su difunto padre, Ten cuidado mi amor, la última vez dejaste mal parado el carro de tu papá y ya sabes cómo tiene….Ya no jodas, no sabes todo lo que he perdido con esto del robo y encima me vienes a decir. De pronto el carajo del coronel, los puso helado a los dos nuevamente (aunque más a Panchita, la vieja empleada) Ustedes no me van a hacer más escenitas, Ximena ve a hacer tus cosas y yo me quedaré aquí con mi hijo a hablar de hombre a hombre.

Ernestino salió con muchos ánimos a mendigar. Era época de colectas y tras persignarse, dejó un par de moneditas en una de las alcancías de una incrédula estudiante del newton college, Yo me pongo el sticker mamita, anda nomás que ahí el semáforo está en rojo, mira mira esa camioneta parece llamarte. La niña con un gracias sin mirar al benefactor, llega a la camioneta land rover de un empresario textil que se dirigía a cerrar un negocio de medio millón de soles con uno de los sobrinos del tío rico Brescia, Yo le estaba llamando a ese hombre que te puso una moneda, avísale por favor. La niña, quien nunca había recibido órdenes de ese tipo se limitó a gritar al hombre indicándole que venga al carro. Ernestino al llegar a la camioneta y a escasos treinta segundos de que el semáforo cambie a verde, saluda al conductor y este deposita rápidamente un billete con la cara del autor del Caballero Carmelo, en uno de sus bolsillos.

- Me han dicho tu hermana que te ha visto con una hembrita, cuéntame.
- Jaja si pues perdí su número y todo. La había ayudado en un auspicio que quería para su facultad.
- Ya te devolvió el favor o todavía.
- Recién la conozco, por la clase de judo que me había metido.
- ¿Te la has cachado o no? A eso me refiero.
- No papi.
- Bueno, bueno a ellas que tanto le gustan los carros; ya le podrás complacer. Pero poco a poco.
- Si papi, pero ahora tengo que volver a frecuentarla.
- Eso se va dar de todas maneras, pero cuando estés seguro de que ocurra eso, sí eso huevonazo; me avisas para prestarte la hummer.
- ¿Sí papá?
- Si mi manganzón. Ya olvida lo anterior ok.

Ese día no hubo necesidad de prolongar el trabajo, de inmediato Ernestino, luego de persignarse como de costumbre; se fue a buscar a Domingo, su santito o mejor dicho su médico personal. Domingo era un egresado de medicina de la Cayetano, lo había conocido en plena jornada laboral, el joven a bordo de un Toyota celica. Domingo al ver a Ernestino se apiadó de él y de inmediato lo comenzó a auscultar en plena vía publica para sorpresa de todos los apurados conductores y transeúntes, Prometo chekearte una vez al mes buen hombre.Me recuerdas mucho a mi abuelito, a quien no llegué a prevenir y tratar su cáncer. Ernestino conservaba su tarjeta y decidió ir hasta la clínica para pagarle por todo este tiempo de atenciones. O al menos darle un adelantito, porque pensaba en lo Contento que se va a poner el Camuchito.

- Hola
- Hola ingratito.
- ¿Me perdonas?
- Bueno, que otra cosas puedo hacer; total sé lo que es ser asaltada. Anota mi número nuevamente…
- Listo
- Tu viniste en ese Wolkswagen.
- Sí
- Está piola eh.
- ¿Quieres dar un paseo?
- ¿Ahorita?
- ¿O prefieres en la noche?
- Mejor, pero esta vez yo te busco en tu salón.Muac

Doctor Domingo lo busca, uno de sus pacientes, dice que va a saldar una deuda, Que extraño, que pase. Domingo Sanabria, cuya matrícula del colegio médico no hace falta mencionar, se sorprendió al reconocer a su paciente especial, Hola Ernestino, no tenías que molestarte en venir hasta aquí pero ya iba a atenderte la otra semana, como de costumbre, Joven vine a pagarle por sus servicios. Ernestino extendió un conservado billete veinte soles que obtuvo luego de cambiarlo en su grifo favorito, No por favor esto lo hago con plena convicción de servir, ya te dije que tuve un abuelito como de su edad al que me hubiese gustado ayudar, pero aún estaba en el colegio…Por favor recíbalo, yo valoro el trabajo de los demás, entienda que al encontrarme desamparado y con un hondo recuerdo de mi pasado y mis sueños, sólo me atengo a la caridad de los demás. Domingo con profundo pesar y al borde de las lágrimas dijo que nunca le había pasado cosa a sí y que lo tomaría por única vez porque total el cobra las consultas de cincuenta soles para arriba, un poco con ganas de reírse (pero ni en la universidad, había aprendido a ser bromista) Se lo que es desprenderse de esa cantidad amigo mío, dijo poniéndose de pie y ya con el pensamiento en su quinta de la avenida la paz.

Viejo, te llamaba para que me pases la camioneta, como quedamos, Qué tan rápido, vaya vaya se ve que eres todo un Centurión mi Fer, Ya papá como hacemos porque le quiero dar la sorpresa esta noche, Aguanta aguanta, es seguro o no el polvo, Papáaa, Ok ok es tuyo anda sáca la llave del segundo armario de la casa y anda con cuidado nomás, que recién tienes dos días de volver a manejar, Aló Paula, El Fer, por dónde andas, Yendo a casa, tuve una emergencia, No pucha, y el paseo…Tú me quieres, Aló ¿qué pasa?, Tú me quieres, Sí , me gustas estas buenazo ya, pero no te mates o di que no te asalten otra vez porfa,¿ Quieres saber en que caña pasearemos? , Hablo en serio ¿qué está pasando?, Mira tu cel, Fer puta madre me asustas, a ver, ¿Lo viste?, Asu no jodas, Te quiero, te vuelvo a llamar, Ay que lindo. Desfundaba el carro antes de ir por la llave. Paula lucía hermosa estando desnuda, estando ella sobre él agitándose su nombre y repitiendo su nombre en diminutivo. Hasta venirse ambos, felices a bordo de la hummer de su viejo el coronel.

Treinta soles, era el día más feliz de su vida. Podría llevar a Camuchito y a su mamita a comer , el gatito podría acompañarlos también, aunque en algunos restaurantes no permitían mascotas; pero él no se quedaría atrás defendería a su gatito diciéndole al dependiente, Y cómo permites que en tu cocina puedan haber ratones, acá yo tengo la solución muchacho. Y comerían los cuatro muy felices y con justa razón porque se trataban de unos clientes especiales; como contaría alguna vez Honosoke Matsushita, Ah claro tiene que tener rampa el restaurant, sino cómo entraría la mamá de Camuchito. Ahora ya podría conocer el nombre de la señora que había quedado lisiada luego de un accidente de un interprovincial, ahora habría motivo suficiente para contarle su historia e incluso si daba el tiempo ( y esperaba que sirvieran mucho en el restaurant, como para que aprovechara todo el tiempo de la preparación de los platos), contaría de su experiencia con la niña del newton college y el señor que terminaba de cerrar su contrato por un millón de soles porque se percataron que era propicia la temporada; y claro cómo olvidarse del doctorcito. El esperaba, llegar a casa pero el tráfico era infernal, Baja baja, Señor no tengo sencillo, Sólo tengo estos billetes, Ya baja tío, no traes sencillo. A caminar entonces, eran como quince cuadras. Emprendió la marcha sin soltar para nada sus dos billetes uno de diez y otro de veinte soles.

Fernando salió despavorido de Pueblo Libre, estaba retrasado porque Panchita demoró en sacarle el duplicado de la llave del cuarto de su papá, Vieja de mierda, seguía maldiciendo en el camino peor aún porque había tráfico. Sonó una alerta de Paula, Ya estoy llegando espérame en la U nomás, ¿Seguro, no?, ¡Si mi amor!, Muac. Un semáforo acababa de ponerse en rojo, Conchesumadre. Cuarenta segundos y salió hecho un transbordador espacial a tomar para tomar el circuito de playas, hay atrancamiento, una señorita de la radio con su voz estúpida alerta del tráfico por la avenida Javier prado, Caballero nomás, no se arrepiente de su decisión y decide ir efectivamente por la universitaria con rumbo a la costa verde. A lo lejos ve que faltan escasos ocho segundos para que el semáforo cambie a rojo. Pisa a fondo el acelerador, pero sorpresivamente encuentra un hombre que corría extrañamente, frena demasiado tarde, llega a impactar en el torso del hombre de la edad de Panchita y este sale despedido por los aires, la gente curiosa de mierda comienza a rodearlo, un hombre veinte centímetros más alto que él mentándole la madre lo obliga a bajarse de la camioneta, el no quiere, de pronto suena una alerta de Paula, quiere avanzar pero no lo dejan; alguien golpea con fuerza la luna que daba a su asiento; la policía llega por fin junto con la ambulancia y una motocicleta de una empresa de seguros. Ninguno de los dos se acercó al hombre en el piso; era Ernestino.

El golpe detuvo sus pensamientos sorpresivamente, no no podía soltar los billetes; esta bien él acepto la dirección aérea de su cuerpo con tal de llegar más rápido a la esquina que daba con la avenida la paz, que importa cayera, ya se había levantado una vez en Yungay con miras a olvidar; pero cayó de cabeza y sintió que no podía levantarse más. Su respiración estaba alterada, no podía mirar a otro lugar más que el suelo, quería hacerlo pero sólo su organismo le permite escuchar. Su cabeza está hirviendo, hay un dolor que se hace cada vez más intenso y que llega a su cuello; ya no consigue sentir sus manos, pero ve apenas que los billetes aún están en sus manos; con esa misma seguridad, se da cuenta de le llegada de la policía y una motocicleta, la gente comienza a acercarse a él; consigue divisar a un joven que acaba de caer al piso poniéndose a llorar, el quisiera darle diez soles porque le provocó que perdiera el tiempo o mejor dicho ( en términos del clan Centurión) un polvo con la chica más rica de la escuela de diseño. Pero sólo siente que la noche ha caído muy fría para él, quiere pedir ayuda , llamar a Domingo, que alguien avise a Camuchito que iba a tardar o que le den el billete de veinte soles y que vayan comiendo ellos, de pronto mueve una de sus manos, de pronto ve que de su boca expulsa una espesa sangre, de pronto ve que parte de su cuerpo se agita, no puede toser; y de pronto no logra ver más.


Santa Eulalia
22:00 p.m.
22/04/2011