viernes, 21 de octubre de 2011

Sebastián, aquí nos tienes


-Señora, qué hace aún aquí; van a ser las nueve.
-¿Qué, no puedo estar aquí? Anda dedícate a hacer lo tuyo.
- Señora , es justamente lo que estoy haciendo…
-Pues ya me quejaré con la municipalidad, esto es un abuso; mi esposo muerto me necesita.

Las horas de sueño para don Pigricio, ya no son las mismas. “Señor este es un sueño injusto para los justos”; repetía alguna vez Sebastian, segunda generación de los sepultureros del cementerio el Angel. “Hazme la gauchada pe, Rildo; esa tía hay que sacarlo con la fuerza”. Dicha tía pensaría que en la primera vez de muerto de su esposo; algo le podría pasar. Así como cuando acompañó a Rodolfo el menor de los hijos al jardín; y felizmente porque casi se cayó de las escaleras. Eran las 9: 10 pm y la señora viuda de Erausquin seguía en el mausoleo del esposo recientemente sepultado a las 4:00 pm de la tarde.

Le mintió a su hijo, que Antonieta la empleada, la iba recoger de sus compras del supermercado, “Vamos, hijo yo me quedo a meditar” Pero, la señora hizo su vida de siempre, “…Que exagerado eres Filiberto, yo no le dejaría ningún sol a Antonieta; que va ser de los cachorritos de mi nieta, de la casa de campo; ¿quién va mantener todo eso?” “Señora, por favor me obliga a echarla de aquí , por favor” “Un momento , no me ve que estoy ocupada aquí”

La tomaron ambos por la fuerza, la levantaron; la anciana gritaba. Dejó caer una pesada billetera, los dos hombres se miraron mutuamente, si continuaban darían a entender que se apropiarían del dinero. Continuaron, “Ay pobre de Ustedes que le roban algo a mi esposa, se van a quedar con esas miserias de mi billetera; yo les ofrecía algo mejor” “ Ya pues señora, estamos trabajando” la descendieron, “Les propongo ser su inquilina, a ver cuánto ganan entre los dos” “Señora…” “ Ya tía el gana setecientos, ochocientos…” Bien mil quinientos, les pago el mismo sueldo a ambos; pero déjenme quedarme aquí las veces que quiera” “Bueno, Señora la necesidad manda, Usted gana” Muy bien chicos, me han caído bien que les parece si cerramos el trato con un cafecito; en mi casa por supuesto. “Señora, no me diga que es otro cementerio…”

San Miguel
14/10/11

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