lunes, 26 de septiembre de 2011

El Lado Oscuro de James B.


Tenerife 9:00 am:

El avión acaba de aterrizar, hay una maleta por recoger. La señorita de aduanas que solicita un autógrafo. Se trata de James B. creador de redes sociales y publicista aficionado. El escribe mal algo que parece decir Jimmy. La dependiente distraída pero encantada, olvida de pasar la tarjeta con chip para el control. En perfecto español, el hombre exclama un Muchas Gracias, sin soltar el mondadientes que llevaba en su boca desde el desembarque.

Lisboa 11:30 am:

La muchacha escucha atentamente las indicaciones del joven magnate; ahora supo que habría besos en la boca y abrazos eróticos. Lo que no sabía era con quien los iba a tener, si con su magnate interlocutor o con cantante de Fado. El la tranquiliza, Me aseguraré que sepa de ambas cosas. Luego de un pequeño beso en la mejilla, se retira entre pensativo y deseoso de poseer.

Milano 1:45 pm: La mesera tenía una sonrisa encantadora. El ya tenía anotado su número de móvil. Vendría por ella a las nueves de la noche. Vestiría una capucha y lentes oscuros. La joven pensaba que era una invitación a tomar un café y a pasear por algunas calles. Pero James B. estaba listo para domar a aquella fierecilla. Pero bien eso era dentro de unas buenas horas.

Londres 3:30 pm:

Una reunión infructuosa con Phillipo Nieri. El que insiste en reducir las tarifas de los Adsense. El que insistía en adoptar la publicidad como propaganda. Pero a nadie en el mundo le gusta que le vendan algo. Quedaba una hora de reunión más con el CEO de TIM. Pero en ese instante mandó a todos a la Umierda. Se retiró y quiso hacer algo por última vez en Reino Unido.

Belfast 7:00 pm:

Le tocó una brasilera espectacular. No lo dejaba quieto ni por un segundo. El pobre no cabía en sí en cada arremetida de la joven emigrante. Al diablo la jovencita del restaurant, al diablo la prensa. Tenía que terminar de una buena vez con todos los asuntos pendientes en Europa, tenía que obtener los diecisiete millones en anuncios publicitarios. Tenía que…

Milano 10:00 pm:

Ella ya no estaba, se había cansado de esperar. Dejo una notita para él. Decía en italiano. Te estuve esperando, te anoto la dirección de mi departamento. Sobrevino una llamada, era uno de sus encargados que sugería regresar de inmediato a Palo Alto, que habría una convención que atender.

California 12:00 am :

James B. Sentado y preparando su discurso, James B. que no encuentra la cafetera. James B. que manda a la mierda a todo el mundo, desde Tenerife hasta Milano. Porque ese mundo ahora lo había convertido en un perfecto incompetente.

Chosica
Setiembre 2011

XIV– Minutos Llenos de Él

Abrí los ojos irremediablemente, era demasiado grande y potente aquello que sobrevino para mi útero. Extrañamente vino a mi mente las clases de bolígrafos que usaba en el colegio. Estaba loca. Pero no podía resistirme a oír sus jadeos a sus manos deseosas apoderándose de mi vientre, de mis senos y mis caderas; dirigiéndolas a él.

Todo era ternura ahora que mis flujos de mujer , facilitaron el trabajo de su miembro dentro de mí, permitiendo que transcurriera fácil y suave durante nuestro amor. Sus ojos entretanto, ya eran capaces de encantar a la misma medusa.
Me invito a sentarme sobre él, a sentir esa porción de su ser nuevamente sobrepasar mis pliegues vaginales hasta llevarme al cielo de placer.

Y nos movíamos como entonando un coro de amor. Cada vez más intensos y deseoso me tomaba entre sus manos y me invitaba a unirme más a él. Comencé a notar que estaba ante un auténtico administrador.

Trabajaba muy bien en equipo, coordinaba bien, controlaba mis movimientos y gestionaba mi cansancio, llevándome a ritmo lento. El no se venía y yo tampoco quería eso, pasados catorce minutos sentí una materia líquida y caliente sobre mi vientre, eran sus genes. Infinitos e inquietos hablándome de amor.

Eva Gritz


Eva se muestra perpleja luego de la pregunta de sus padres. Las lecciones van bien, definitivamente. Cosas como estas son las que logra recordar casi entre risas, mientras se movía excitada sobre su primo de veintitantos años, en el cuarto de sus padres. Su primo que era el encargado de repasarle matemática, incluso hasta altas horas de la noche. Eva Gritz termina con el vientre empapado por enésima vez. Ella se muestra feliz, por la obra de bien que acaba de hacer con su primo y también por las lecciones aprendidas.

Eva deseaba ser una hermana enfermera, le gustaba ayudar a los demás. Precisamente, para evitar que su primo vaya a donde las prostitutas; era que se entregaba a él a fin de evitar que cometiera ese pecado mortal. Y ese era el modo que empleaba este miserable para convencerla, desde que ella entró a tercero de secundaria.

- ¿Te gusta Eva, te gusta esto?- exclamaba con sadismo en uno de sus tantos encuentros.
- No te lo voy a negar, pero sí; está bueno.- respondía Eva Gritz.

La mujer de blanco fue severísima con Eva, quien vino al consultorio luego de sus quejas de náuseas y mareos. La línea de orina que vertió sobre ese aparatito blanco, a pedido a gritos de sus padres, dio como resultado de análisis que la jovencita estaría esperando un bebé.

A la mañana siguiente, mientras su primo era auxiliado por la empleada luego de los salvajes golpes propinados por los cuatro hombres de la casa (entre ellos, el de un angustiado primo que soñaba con Eva), la jovencita vislumbró una luz en su camino; porque todo se trataba de una señal divina. Estaba convencida de que en su vientre llevaba, nada menos que a su Salvador.
La piedad. Acaso la rutina no se apiadaba de ese carnicero quien repetía la misma operación de arrancar las extremidades a la res, día tras día. Ahora camina a su hogar, a sentir la ausencia de una mujer, de unos hijos; sólo el retrato de su madre, Moisés como has cambiado, Si madre lo sabes muy bien, Deja todo eso y ven conmigo hijo.

La piedad. Por qué no habría de intentarlo. El carnicero toma una de sus herramientas de trabajo y se la incrusta en el corazón. Y supo al fin que la muerte se parecía tanto a él.

XII - De Septiembre Para no Olvidar


Entramos a la habitación y al instante nos comenzamos a besar y acariciarnos; hasta mordernos incesantes. Sus labios examinaban cada parte de mi rostro. Su lengua era una eximia exploradora; y yo estaba rendida a su sexualidad. Hasta que sentí su erección sobre mi vientre.

- Veo que estás listo- le dije casi jadeante.
- Yo siempre estoy listo- respondió continuando con sus besos.

Sus labios suaves se compadecieron de mis senos en cada beso; provocando que mis pezones recobraran vida. En un instante más, me encontraba desnuda y decidí ayudarle en esa misma tarea. Tenía un cuerpo precioso y bien marcado.

Su erección, su erección se iba asentando cada vez más hasta que lo noté en su plenitud. Entonces cerré los ojos profundamente y tomando con mis manos sus glúteos lo atraje hacia mí, hasta que entró como un dios niño.