martes, 24 de mayo de 2011


Ella no andaba sola. Junto con ella, en su mente de diecinueve años, convivían la imagen de su madre sirviendo una sopa caliente, la de su enamorado que solía eyacular sobre su espalda y la del tío que cada fin de mes le llenaba de regalos y de sendos gemidos hasta casi el amanecer.

Otra, muy cercana a ella. Ella era fuerte, recia. Con un pubis frondoso y mal aliento, como a ella le gustaba. Ella tenía el olor de su madre, la penetración dactilar de su enamorado, la vitalidad del tío para saborearla. Ella era todo eso y así como ella misma.

Esa noche en la que la vería por última vez, meditó sobre todos los detalles necesarios. Del cuchillo que habría que limpiar y de las bolsas negras que habrían que reservar para los restos de su amada después de descuartizarla.

Pero ella resultó ser la víctima, nunca pensó que su enamorado era amante de ella y que este al notar su presencia, cogió el hacha de su tío carnicero y la dirigió certeramente hacia su frente logrando así que deje de ser ella.

Chosica
23/05/11

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