martes, 23 de agosto de 2011

XII – Cuadras de Aquí


- Ven, vivo a doce cuadras, sígueme.
- Estas preciosa

El ya era mío desde sus besos. Ahora yo lo invitaba a hacerlo inmortal. El camino no era tan largo definitivamente, pero requeríamos la ayuda de un Taxi. Cuando se detuvo uno finalmente, recuerdo haberle dado mal la referencia “¿Cómo que a doce cuadras, señorita?” “Disculpe, vamos de frente; pasando la Calle Manzanal”.

Su mirada me hablaba, su mirada me transmitía en todos los idiomas del mundo su instinto de deseo. Dejamos atrás el incidente del regateo, eran apenas las diez de la noche, eran apenas mis instantes más comprometedores y únicos y sencillamente míos. Estaba con mi príncipe, quien visitaría mi palacio.

Cuando llegamos al edificio, un saludo previo al vigilante quien nos miró incrédulo, un salto al ascensor y más besos y luego a mi departamento “No es la llave, sorry” Los nervios y después los besos. Sí, tenía un lindo saco de seda. Tenía que empezar necesariamente por ahí.

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