domingo, 19 de abril de 2009

Confesiones de Vuelta a Casa

Luego de un motivador desayuno con tendencia a almuerzo y sobremesa, continuamos el camino a Lima. Don Augusto aprovechó para decirme que el futuro de su empresa dependía de su salud y que sus hijos (“Ya los vas a conocer.”) se oponían a que su padre continuara trabajando. “De haber sido soltero ya hubiera tenido mi flota de camiones, pero ya ves mejor es no estar sólo”. A mis dieciocho años no quería saber nada de hijos. Tenía a mi padre y a la madre de mi madre que era como la madre de mi padre cuando murió la madre de éste y mía, cuando murió mi madre.

Estas reflexiones terminaron por acabar mis ilusiones como camionero, cuando don Augusto terminó refiriéndome que le hubiese gustado terminar su secundaria. En ese momento comprendí que lo mejor era animarlo a que cumpliera ese sueño, antes de retirarse en definitiva de su carrera como chofer.”Por supuesto que aceptaría que fueras mi profesor particular”. Haciendo algo de cálculos comprendí que no pasaría más de un año mi trabajo como ayudante.

No hay comentarios: