miércoles, 13 de febrero de 2008

Aprendiendo a Olvidar


La clara presencia de la tarde, tu clase de playa y los reproches de tu abuela eran lo acsotumbrado cada domingo. Me recibías junto a tu Serge, un perrito labrador, me invitabas a tomar una cremolada que siempre preparabas con torpeza. Hasta que empezabas a hablarme de ella.

Es cierto, era nuestra amiga. Siempre traté de distinguirla del resto, pero era difícil por cuanto ella cambiaba; además tratándose de gustos y lugares de juerga, no era para ti.

-No me comprendes. Yo la quiero.-Insistías apenas distinguiéndome.
-No sé es mi apreciación. Total nunca se sabe nada respecto a las mujeres.

Soledad siempre te vio amigo, como un chico más.Parecía dura , sin embargo se mostraba satisfecha por cuanto interés ponías en ella ya sea hasta en un pequeño regalo que le hacías.Pero llegó el tiempo en que te animé a que dieras ese paso decisivo, si bien el primero; pero seguías haciendote el desentendido hasta te dejaste crecer el cabello a sabiendas que a ella no le gustaba, después te lo cortaste y llegaron las vacaciones.

Soledad estaba por viajar. Fue en ese momento donde recobraste valor, te dirigiste a mi y fuiste a ese saloncito lleno de computadoras.

-Vamos a otro lugar.- Le pediste algo avergonzado.
-No te preocupes, cuéntame.-Decía ella sin despegarse de la pantalla del ordenador.
-Es que este lugar no me gusta, por decirlo así.-Defendías tu posición.
-Mira soledad, he querido decirte esto desde hace tiempo. Quiero estar contigo , te amo demasiado.
-Te entiendo sabes, ya me lo supuse. Pero para mi eres un chico más.-Dijo ella cerrando su aplicativo de mensajería.
-Bueno entonces déjame de ver con tanta displicencia.-No sabías que decir.

Luego se puso de pie, te dijo un chau y te quedaste sentado como un tontito frente al ordenador, algo avergonzado usaste tu programa de mensajería. Pensabas.

No exactamente como imaginaba, pero sí. Me entere que ese año y medio de espera, escondía más que una espera a que treminara con su enamorado. Pero al parecer te favoreció el tiempo luego de sus partida; ella iba perdiendo a sus amigos, se enteraron de su corazón duro. Poco a poco te pareció que el amor que sentías por ella era francamente estúpido.

Al año y medio conociste a tu primera enamorada, conociste del amor de sus méritos. Pasó el tiempo y hasta te olvidaste de mi, de las invitaciones a tu casa. Comencé a escribir, terminé la carrera, intenté despojarme de cada recuerdo tuyo, de tus ocurrencias y hasta de recordarte que aún somos amigos. Pero no pude.

Santa Eulalia
05/02/08


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