jueves, 16 de octubre de 2008

Uno, Dos, Despierta.



Samy mira sus pechos con curiosidad, pensar que sus dieciséis años ocultan un sinfín de esfuerzos por ganar la batalla de la vida. Siente, desnuda como está, la parsimonia de su respiración, cierra los ojos y pronuncia el nombre de su padre.

-Amo que bueno que llegaste-Se apresuró su esposa.-Samy está en el hospital.
-¿Sofía amor, no lo puedo creer, qué pasó. Espera, iré nuevamente por el auto.

Pierre Velasquez era un rankeado gerente de ventas. Tenía por hija a una jovencísima Samy , su adoración. Hacía poco que le había contado sobre su enamorado.

-Ay papi, qué molestoso eres.-Bromeaba una risueña Samy.
-Ok pero tengo que conocerlo.-Insistía el.

Eran las diez de la noche en un solitario pabellón de un hospital. “Le faltó el aire, se agitaba. Yo la traje aquí. No sabía qué hacer Pierre, Dios mío”. Su esposa lloraba, era diez años menor que él.

-Me encantan tus ojos. Sí así como están, imagínate cómo serán cuando tengas mi edad.- Le dijo alguna vez a Sofía.


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Como era de esperarse, se detectó el mail de Samy. Una compliación respiratoria había afectado la circulación. Su presión era bajísima y tenía que respirar con ayuda de un gran balón de oxígeno.Pierre había renunciado a su trabajo. Con la liquidación imaginó alguna vez comprar un departamento. Pero se avecinaba la celebración de los quince años de su pequeñísima de ojos infinitos.

Al mes siguiente su hija entró en cuidados intensivos, su corazón no respondía del todo bien. Sus padres olvidaron la idea del departamento e incluso de la celebración de los quince años de Samy. Se sentían desdichados y muy solos. No se sentían parte de la ahora clínica donde su pequeña luchaba por superar ese trance.

Pierre nunca simpatizó con Dios. Miraba a su esposa rogar, como por prescripción médica. La imaginó veinte años atrás, una Sofía sonriente e inocente como una liebre inquieta. Pierre la tomó de la mano, la miró fijamente, la besó, se inclinó de rodillas cerca a ella y lloró desconsoladamente.

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Mamá acaba de llegar del trabajo.Los niños sí que son un problema. Ya cambiada, Samy recibe a su eterno enamorado Paul. Tomados de la mano se dirigen a Lurin a visitar al padre de Samy.

Aquel dieciocho de diciembre a las diez de la mañana, Samy despertó. Aunque cansada, ditinguió a su madre . Fueron el beso y el abrazo más largos que había registrado en toda su vida. “¿Y mi papá?

-Hijita, esta tarjeta es para ti.

“Amor, estaba tan endeudado con todas ustedes, que opté por obsequiarte el hecho de que puedas leer esto. Te quiere por siempre Pierre”

Pd. Convence a Paul para que me visiten.

San Miguel
28/10/08

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