sábado, 20 de diciembre de 2008

El Último Acto


Jeremy, recordando una vieja escena de una película erótica, se apresuró a buscar los senos de su compañera, por supuesto que ella también colaboró en esto. Ya expuestos los beso y acarició con la lengua salvajemente dando a entender que era un inexperto. Ella se limitó a desabotonar la camisa de intelectual de su compañero, cuyo uréter comenzó a actuar fomentando la circulación; palpaba tiernamente su pecho y busco liberar a ese miembro ya erguido de su piel de viejo jean y castidad, Jeremy caballeroso como era ayudó a su dama en esta tarea. El sillón de poder hablar se quejaría de la forma como los recibió, impacientes y libidinosos y con los cuerpos desnudos continuaban con sus besos. Ella ayudó a que los deseos de Jeremy se consumaran y luego de abrir las piernas tomó el sexo con sus manos y lo llevó a esa mítica abertura; Jeremy tenía que dar el último paso, más sólo se limitó a acariciar el clítoris con su miembro, ella lo tomó nuevamente y se lo introdujo.

Los gatos quedarían reducidos ante el despliegue de ambos cuerpos. Cogiéndose cada uno parte del cuerpo se penetraban con furor, se besaban el alma. Sus pensamientos comenzaron a ensuciar al amor. Jeremy se sentía un animal, tomó los senos de su amiga con violencia, los mordió mientras agitaba su cuerpo con frenesí. La vulva de su compañera se expandía aún más según los movimientos del joven, su monte de Venus comenzaba a sudar hasta que luego de un grito acogería los flujos sexuales de Jeremy.

Ataviados y mientras disfrutaban en silencio de un te caliente, la joven se animó a romper el hielo como siempre “¿Cuándo nos vemos?” “Lo dejo al destino” “Me parece bien” exclamaba como dándole más razón a él, que a la casualidad de encontrar otro carnet universitario. Jeremy comprendió que no tenía más que hacer ahí, que no tenía mas deseos de nada y que el amor era una puta más. Luego de despedirse con un beso seco, le confesó que postularía muy pronto a Xerox. La sonrisa de la joven fue el perdón que tanto necesitaba para su vida.

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