jueves, 21 de octubre de 2010

Algo Anda Mal


Aquel cinco de febrero de ese año terrible, uno de nuestros cachorros dio inicio a la secuela de accidentes que nos mantuvo con el corazón en la boca a mi hermana y a mí. Sam había experimentado una fuerte repulsión, producto de la explosión de una pelota que mordió. Si bien lo que nos alertó al principio, fueron los fuertes alaridos del cachorro, más adelante notaríamos que había perdido parte de la audición.

Luego vinieron caídas, cortes y resfríos. Algo estaba pasando. Efectivamente, Mickey anduvo por un tiempo en casa de mis tíos para asegurar el cruce con una de sus bellas mascotas. Finalmente, en la primera semana de marzo de ese año terrible, hizo su aparición un brote de parvovirus; aparentemente uno de los pequeños cachorros lo contrajo, muy de seguro luego de sus primeras salidas. Hasta que llegó Mickey.

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