jueves, 21 de octubre de 2010

Tita


Tita pronunciaba mi nombre de una forma exquisita, ella siempre me escuchaba atenta con una actitud de querer aprender a mover los labios de forma segura e inteligente, como lo hacía un estudiante de ingeniería. Tita había aprendido Chino y lo pronunciaba tan exquisitamente como cuando pronunciaba mi nombre. Yo no sé que hacía en su clase, quería aprender supuestamente; pero terminé enseñando mi forma de vida a Tita.

- Pucha mi enamorado, que es de la cato, es tan inteligente como tú - . Mentía de seguro, al notarme poco interesado en ella, que aparte de ser bajita, no era tanto de mi tipo.
- ¿Y por qué te atraen los chicos inteligentes? - .Le pregunto en voz tan baja como para que llegue directo a ella, que bueno está bien, era bonita

“No sé, pero se siente bonito. No sé hablar con alguien que sabe tanto como tú, que te pueda enseñar otras cosas” Yo la escuchaba, como si fuera un niño escuchando a su hermana mayor. Yo la escuchaba y eso me gustaba. Me gustaba más que contemplar sus ojos, me gustaba más que sus manos, más que su forma de vestir, más que su diminutivo de Tita. Por entonces yo sí tenía de verdad una enamorada; que era más inteligente que yo.

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