jueves, 24 de enero de 2008

Aprendimos a caminar juntos, cruzábamos un viejo puente hablando del futuro, de Amelia y de la soberbia; el talento cuesta tanto como la humildad. Nada se logra pateando las piedras ni siquiera se crean campos magnéticos con la mirada. Tenía el pensamiento superpuesto en un oficio que se opacaba de a pocos, algún día te casarás, serás feliz. Mi idea de ser feliz siempre caló en mi como una simple sonrisa y mi madre pensando en la dulzura de mis manos.

Aprendimos a reirnos de las rieles del tren, a confundir nuestros pasos entre las piedras y los caminos cuesta arriba; todo se aprende con esfuerzo, nada ni siquiera el cielo logra destinar su brillo al fulgor de mi mirada con aires de esperanza. No hay pecado más allá de lo fortuito y tampoco es pecado pedirle al tiempo algo de ventaja. Ahora comprendo como seguimos siendo tan sólo propuestas para el mundo; eso lo sabemos muy bien tu y yo Viejo.

Ricardo Palma
12/01/08

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