Un sapito tímido cae a un charco de lodo. El tiempo y el color negro de sus aguas aumentaron la desesperación del pequeño anfibio. Pasaba muy cerca un niño y al ver la extraña criatura del lodo, lejos de asustarse, se dirigió a él a examinarlo. Al notar que se trataba de un sapito, lo tomó en sus manos y se dirigió a la laguna más cercana, donde lo liberó.
El sapito muy contento, se dirigió a su cocha. Al llegar por la noche fue en busca de su madre, quien lo recibió aliviada pasado el gran susto. El sapito prometió ser obediente y acompañó a su progenitora durante los días de su juventud.
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