No me hable de ella señor, es una ingrata. Viera como años atrás ella trabajaba para mí. Mejor dicho, yo la alimentaba. Pero trabajaba (porque a nadie se le regala la plata, ¿verdad?). No se vaya por favor, mire yo la tenía como mi sirvienta. Venía a mi casa, limpiaba, cocinaba y le daba una propinita. Muy bonita ella. Pero creció y ahí empezó todo.
Yo salí unos meses por trabajo, había conseguido nuevo empleo y ya no la veía porque salía temprano a la mina. Así pasó año y medio, fíjese lo linda que se puso. Ella había pasado a lavar mi ropa. Una vez llegué borracho, me acuerdo. Estaba ella lavando y la tomé bruscamente. Lloró al final Ud. ya se imagina, ¿no? Su amiguita me acuso y pronto todos mis vecinos se pusieron en mi contra, fui a la cárcel. Perdí mi casa, unos hombres me ultrajaron en mi presidio. ¡Ahora cómo están las cosas! Ella actuando, ganando premios y vistiéndose muy bien, mientras yo pobre viejo paso hambre, tratando como ahora de que Ud. me dé una propinita (porque por algo le cuento todo esto, ¿verdad?).
No hay comentarios:
Publicar un comentario