martes, 22 de mayo de 2012

Equilibrio de Ilusiones



Los sueños de futura novia de Ximena no serían los mismos, cuando su abuela le narró una de estas historias que había conservado ella gracias a los generosos relatos de sus antepasados. 

“Supongamos que la protagonista seas tú. Cierta vez una princesa moche había robado unas moras  de un gran huerto, del que sólo un hombre harapienta venía una vez al mes a velar por el. Llegada dicha fecha, este hombre había notado efectivamente que faltaban algunas moras. Entonces sólo atina a pensar que se trataría de una joven, por las marcas que habían dejado los dientes, es así que se dirige a la comarca de esta princesa y le reclama.

- Yo humilde guardián de las tierras de Minayqus exijo se reponga mi cosecha.- pidió a un anciano.
-  Bien, pobre guardián, muéstrame que lo que dices es cierto.- exigió el jefe de las familias.
-  Aquí hay marcas, son de mujer joven…
- Pues aquí , ninguna mujer se atrevería a tocar tu huerto. Largo o pediremos a los Quwuytas que te castiguen.-Gritaba el anciano.

Los quwuytas eran guardias muy bien alimentados que servían a los jefes de las familias moches. El idioma moche era muy rico, pero por sus acepciones y gramática, era difícil de aprender al principio. Pues bien, de este hombre no se supo más. 

Acabado el gobierno de Minayqus, y en el apogeo del culto a la deidad de Naylamp apareció un joven muy apuesto. Este estaría a cargo de las nuevas huestes de la comarca, por si era necesario defenderla de las invasiones de los Chinchaquytas. Término con que bautizaron a los provenientes de abajo, el sur; o mejor dicho los Incas.

Este joven se instaló en el anterior huerto y preparó una carpa en donde reposaba, un reclinatorio dentro de ella y un espacio para caminar y atender a los visitantes. Respondía al nombre  de Qarinkuy.
Este joven llegó conocer a la joven doncella o princesa de la comarca y quedó profundamente enamorada de ella. Como era costumbre en aquellas épocas, el joven tenía que presentarse ante el jefe de las familias y aceptar los retos que este le pida. Entonces, el sucesor del anciano solicitó el servicio de la construcción de dos canales y un puente que uniera dos comarcas.

- Buen hombre, bien precisaría contar con los servicios de otra persona; permítame yo escoger a mi auxiliar. – solicitó el joven.
- Accedemos al pedido, contando con su cumplimiento.

El joven había elegido a la princesa como auxiliar. “Sólo te voy a pedir una cosa, que cuides a mi anciano padre. A él y a este huerto le debo mi valiosa educación y formación militar.”  “Quedo a sus servicios”. Fue de esta manera que ambas partes cumplieron con el acuerdo inicial.

La joven al llegar a la casa del padre del joven se dio con la gran sorpresa de que este, era el Señor del Huerto. Qarinkuy notó la sorpresa de la joven. “Mi padre perdió el habla luego de una fuerte impresión producto de un castigo” El joven narró que una antigua comunidad de sacerdotes había dado un cruel escarmiento a su padre luego de que este se había llevado justamente algunos frutos del huerto.

La princesa, estaba profundamente acongojada. “Mi padre siempre deseaba que encontrara a una buena mujer, así que yo me fijé en tu elegancia y en tu servicio al pueblo, yo ofrendaré mi juventud y mi fuerza a tu pueblo, pueblo que bien pudo evitar el castigo de mi padre. Que Naylamp y su poder tenga piedad de tu pueblo”

Te imaginarás Ximena, cómo se sentía la joven, tan angustiada, con una incertidumbre si contar al joven de porque no pudo evitar decirle la verdad, de porque ella estaba muy joven.  Entonces decidió dedicarse al padre a través de un velo, donde el no pudiera reconocerla. Y ella se dedicó a proveerle muchos cuidados. Pero algo curioso a ella se le ocurrió hacer.

Cada vez que llegaba de las comarcas de los mercaderes, provistas de las menestras y el charqui, traía también consigo unas moras. Y se las daba al anciano. Las moras que él no comía las secaba y conservaba en una cesta, que ella misma confeccionaba. Luego ella escondía esta cesta. Así pasaron seis meses, las obras estaban listas.

Entonces era el momento de que el hijo presentara como  a su prometida especial a la joven que había cuidado de él. Entonces ella fue con el velo y con la cesta. Qarinkuy no entendía de ese ritual y sólo atinó a seguir a su novia hasta que ella frente al anciano exclamó:

- Si años atrás enmudecí por temor al castigo, hoy me develo ante su señor arrepentida y con esta ofrenda que preparé con amor con mis manos.

Era una cesta que contenía muchísimas moras secas, pero conservadas como para preparar algunos postres de aquella época. El anciano entonces se mostró emocionado, su hijo ni qué decir. De pronto el anterior guardián del huerto, comenzó a pronunciar palabras. Expresaba gratitud y a la vez perdón. Las dos comarcas celebraron durante varios días la unión de ambos jóvenes y la curación del habla del anciano guardián del huerto.”

Por eso querida, la próxima vez que elijas la gelatina de fresa en vez de una de mora; ten en cuenta que te juegas la felicidad. Y uno se juega la felicidad o por tonto o por no arriesgar. Y ahora ayúdame a preparar un delicioso pastel de moras.

de Caricias del Tiempo
Santa Eulalia
22/05/12

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