martes, 22 de mayo de 2012

La Receta



Entonces Arnaldo comenzó a explorar la cocina con sumo detenimiento, después de tantos años, instalándose en cada rincón y recogiendo algunas muestras de especias y aderezos de los pequeños recipientes;   provistos de algunos instrumentos para cumplir con dicha tarea. Pero de pronto le sobrevino un pensamiento extraño.

Consistía en el de matar a un hombre. Para ello era necesario 200 de intención de maldad, un cuarto de angustia preparada, una ración de criminalidad y exacerbación (preferible de una mezcla de sal y pimienta al gusto). Lo tenía exactamente todo. Pero no lo esencial e indispensable, que era tener un arma.

No hay comentarios: