martes, 22 de mayo de 2012


Acompañar, sentir que fueron azul los instantes, sentir el ruido, tu soledad de burocracia, las horas expuestas al perdón de la tardanza, una movilidad que nunca parte y de pronto todo ellos conforman las noches, de las que solíamos jugar.
  
-En estos tiempos ya nadie lee a Carlos Fuentes. –afirmó la niña de la librería.
-Es que el imaginaba que el universo era para él.- respondía la maestra de una triste materia.

Entonces los días transcurren, como una balada en la oscuridad, como un ordenamiento del tránsito, y luego ella con sus preguntas, con sus respuestas de ansiedad y abrazos perdidos; ella se aleja de entre las matices del día y porque no se resiste a estar frente al mar.

En tal transcurrir, observa que su propia historia es más atractiva con los escenarios que ella misma ha elegido. Los días seguirán transcurriendo después de todo, y ya nada será como antes.

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