sábado, 15 de septiembre de 2012

Contar una historia no es tarea fácil. Menos para un niño de siete años que frente a sus padres, abuelos y compañeros. Tenía que dar una breve alocución sobre su país y parte de su historia. Hasta apenas unos minutos antes, tenía la idea de que se lo había memorizado pero no fue así.

Sus padres estaban contentísimos, sus abuelos hasta había comprado una cámara digital. Era la primera vez que Mathiítas iba a hablar en público y estaba preparadísimo. Porque hasta tuvo un bisabuelo Historiador. Le seguirá sus pasos decía la abuela orgullosísima “Esto viene de familia” Mathías estaba al frente y estaba feliz.

- ¿Todo bien Mathías? Ya sabes que debes comenzar saludando a las autoridades del colegio. - ¿? - Mathías, empieza por el director, a tu tutor, bueno si quieres a mí y a tus compañeros.


El micrófono estaba listo. El papel que tenía los nombres de “las autoridades” estaba a su disposición; visible. “Autoridades, director…compañeros”. Estaba nervioso. El micrófono estaba disponible a su infantil voz y comenzó: “Autoridades, director Braulio, tutor profesor de historia Miguelito, compañeros de quinto grado…¡Felices fiestas patrias! Y luego de un largo silencio, agregó un Muchas gracias. Ante el asombro general, la memoria de la abuela y su orgullo atinaron a aplaudir por su futuro historiador. El público también se compadeció de él; quien ya se había ido donde su profesor Miguelito a llorar, si no de vergüenza; de emoción.

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