lunes, 26 de noviembre de 2012

La Manzana

Los dientes hacen contacto con una rojiza posición, las mandíbulas se contraen lentamente, la mirada recae un poco. Luego la profundidad, la fuerza, la extracción y el estímulo de vida que se proyecta a la ligera humanidad del organismo, llevaba dentro de sí una cárnica motivación frugal.

Ese fue el último bocado de James Kurger, un adolescente asesino en serie; de aquella fruta tan popular aún en tiempos de inflación en el condado Sheryll. La silla eléctrica lo esperaba y como último deseo frente a esa máquina industrial de muerte, lo acababa de ingerir finalmente con cierto sabor de esperanza.

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