Camino a Cieneguilla divisé una casa coloreada de globos y alegría, definitivamente se celebraba un cumpleaños. Mi hijo como alarmado de pronto, por la prisa con la que íbamos dijo "Papá quiero ir". "Hijo tu abuela nos está esperando". "Papá ahí vi a Barni y al osito Puh" ."Hijo por favor". Su mirada de tristeza significó más que un pedido, una orden. De pronto detuve el auto y di media vuelta.
Nos acercamos lentamente a la humilde vivienda, saludamos a un grupo de personas que nos trataban de decir con los ojos, que nos faltaban los regalos."Buenas tardes, éste es mi hijo y quiere asistir al cumpleaños", le dije a un señor con rasgos andinos, que bien parecía el tío o el padre del homenajeado, "Adelante, son bienvenidos".
Al entrar distinguí a muchas personas, padres de familia en su mayoria de condición humilde. Tal como lo pensaba, mi hijo terminó distrayéndose con los famélicos muñecos de los personajes que me citó. De pronto una joven, posiblemente una madre soltera, se aproximó a mi y me pregunto si ¿aquel niño es su hijo?, "Así es". "Es muy simpático, se parece mucho a usted, joven" "Gracias, aunque yo diría que más se parece a su mamá", "¿Y la madre?".
Luego de esa pregunta, pensé súbitamente en la maletera, definitivamente el viaje se prolongaría aun más para los tres, "Si de hecho, no hay de que preocuparse" agregué finalmente, apresurándome a creer que ellos desde el cielo, nos pueden ver.
Santa Eulalia
10/05/07
No hay comentarios:
Publicar un comentario