Un hombre aprende a desnudarse mayormente a solas. Aprende a olvidar y compartir el humo incierto de un cigarrillo con el ambiente cargado de soledad, siempre a solas. Su eternidad, una constante que escapa de la realidad.
Aquella tarde, desprovista de saludos y oraciones por la abuela, el joven socorre a su pensar con un amigo criticado en su elegancia.; el hálito que se desprende de sus labios, la mirada confundida muestra de un pensar en el alfabeto incierto que es la vida.
Una niña lo contempla, sentada desde su instrumento de vaivenes, no hay sonrisas sólo una sensación de peligro por la prolongada elevación, acción que recae en el movimiento de sus cortos brazos. Pero el joven ahora sonriente, escribe para su alma una carta para sus destino, promentiendo en ella rezar con oraciones y esperar la llegada de la noche, pieza fundamental para su solitaria manera de servirse, siempre a solas.
Chosica
31/07/07
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