jueves, 19 de febrero de 2009

Calma a las 9:00 am

Mi padre está al teléfono. Hoy en día las llamadas de larga distancia están tan cómodas. Él lo entiende tan bien que llama dos veces al día .En ambos casos de seguro contemplaría el saber algo de mi abuela.

Viene a mi memoria quince años atrás, cuando con lágrimas en los ojos me despedía de el y mi abuela, para emprender viaje a la selva peruana. Tenía dieciocho años y quería ganarme el pan. Como que papá ya estaba muy cansado por su trabajo en la minería. Hacía dos años que perdí a mi madre a causa de una neumonía y como que ver a mi abuela trabajar por mi y mis estudios no estaba concebido. Don Augusto sería de gran ayuda en esta empresa dado que el trabajo consistía en ser su ayudante durante los viajes y se trataban de distancias considerables.

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