jueves, 19 de febrero de 2009

Don Augusto

Por aquel entonces contaba él con cincuenta y dos años, aunque se aferraba a decir que tenía treinta y nueve. Su viejo Scania seguía la ruta Callao – Tarma – Callao. Llantas, lubricantes y equipos de minería conformaban la carga de su herramienta de trabajo pagada a plazos durante trece años. Enterado de mi afán por convertirme en albañil, se animó a solicitar mi ayuda a cambio de almuerzo y unos buenos soles. Más que la compañía, era descartar que el camión sea sujeto a robo para decisión del asaltante.

Al principio mi abuelita no estaba de acuerdo. Insistía en que tenía aún fuerzas y que podía trabajar por mi padre y por mí. Pero mi optimismo y mi anhelo de conocer la sierra peruana pudieron más. Aquel quince de agosto de 1985, iniciaría mi primer viaje; ya me sentía un hombre realizado.

No hay comentarios: