A Bruno de Olazábal (i.m.)
(Resuena de fondo el intro de Tides of Time, Epica 2019)
- Estábamos juntando para la mamita, ya mucho tiempo andaba mal; por eso salía a trabajar hasta tarde.
(Aparece un rótulo en la parte inferior de la persona, dice Cecilia Quirós)
- El impacto fue considerable, la menor salió despedida por los aires. La conductora entró en shock.
(Similar al anterior, Mayor PNP Faustino Cerrón)
Cruce de Javier Prado con Prolongación Iquitos, son las siete de la noche de un viernes veintidós de julio. Aurelia Quirós de doce años de edad se disponía a aprovechar el habitual y prolongado conteo del semáforo en rojo, en una hora punta desprovista de manera inusual de policía de tránsito. De los laterales y en cada frente, pendían las últimas unidades de transporte público de imponentes y vetustas carrocerías marcadas con el hollín imperdonable de la atmósfera limeña. Como de costumbre, otros ambulantes también se disponen a ofrecer sus productos que van desde accesorios vehiculares, los reactivados limpia parabrisas y las golosinas en barra. Aurelia contaba con estas últimas.
En su escuela, sus compañeros no comprenden lo fortuito e injusto que puede ser el desenlace de la vida en cuestión de segundos; cuando se trata de estar expuesta a las trágicas estadísticas de los accidentes de tránsito. Según estadísticas alrededor del 30% de las causas de accidentes de tránsito se debe a imprudencia del conductor. Martina Harman, licenciada en administración de empresas, se disponía retornar a su departamento ubicado en la Avenida Dos de Mayo, en San Isidro, pero que por las circunstancias antes mencionadas, optó por tomar una salida por la avenida Prolongación Iquitos; provista de una camioneta BMW Serie 5, de trasmisión mecánica.
Martina, de treinta y dos años de edad, esperaba el cambio del semáforo. Mientras tanto, acababa de recibir la confirmación de entradas disponibles para un partido de fútbol del club de sus amores, con un equipo visitante por la Copa Sudamericana. Con un habitual gesto de manos saluda y a la vez despide a los vendedores que con las justas logran conectar con sus ojos; entre ellos se encuentra Aurelia. Su paso lento con el vehículo, mientras comparte una fotografía a su grupo de trabajo, ocasiona que espere otro cambio de luz de semaforización. Aproximadamente a las siete con diez minutos, Martina emprende el arranque de su vehículo para girar rápidamente a la izquierda, mas el cambio brusco del embrague ocasiona que sobrepase una berma donde Aurelia ordenaba su bolsa de dulces. El impacto, como refería el mayor Faustino Cerrón de la comisaría de Orrantia; fue considerable.
Aproximadamente a las siete y media de la noche, Aurelia era trasladada por el vehículo de bomberos al hospital Rebagliati. Producto de la impresión de la conductora, que la indispuso por varios minutos y que la menor no contaba con DNI, se vio esta imposibilitada de atenderse en la Clínica situada a unas cuadras del accidente. Desde la unidad de Trauma Shock y con apoyo de uno de los vendedores que decidió acompañar a la herida, pudieron localizar a la hermana de la menor. Ambas en situación de orfandad, se hacían cargo de la abuela que padecía de insuficiencia cardíaca.
Al término de esta edición se desconocía del estado de salud de Aurelia, ya trasladada a una clínica privada. Martina confiesa entre lágrimas que no ha vuelto a tocar el celular para las redes sociales, y promete frente a sus padres y la hermana de Aurelia; que no lo hará hasta tener noticias de su recuperación.
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