domingo, 22 de noviembre de 2009

Alguno por casualidad


Tamara se había casado con el segundo de sus jefes. Estaba hermosa cuando la vi en su matrimonio. Estaba con mi traje de trabajo. De regreso al resort, como siempre me gusto llamarlo, noté muchas caras tristes. El destino de la compañía se iba a decidir, en una fusión. Nadie sabía si se mantendría la estabilidad. En ese momento de tensión, alguien solicito un auxiliar en el centro de conferencias. “Qué clase de consultora es al no tener otro interprete”. El presidente ejecutivo, estaba furioso. Había arrojado su vaso de agua al suelo, al enterarse que el contrato con la consultora de relaciones exteriores y comunicaciones, no incluía servicios de interpretación. Dos ejecutivos franceses y un alemán llegarían en dos horas.”...Señorita Hamman, en estos momentos no interesa si el cliente es vip o no, necesito su ayuda y su lengua materna para poder aquietar esta situación, si desea que continuemos en esta compañía” .Cuando colgó el teléfono, pronunció aquella frase que cambiaría mi vida “Alguno por casualidad, habla o conoce a alguien que hable alemán.

Seis meses atrás que había dejado de ser un tercero, con tristeza le dije a mis ex-compañeros que estando ahí, pondría mi hombro para la compañía. Asociado, como solían llamar así a los trabajadores; salude a los presentes y me presente ofreciéndoles mi ayuda. Antes de que las miraras de los ejecutivos, uno de ellos de mi primer entrevistador, me siguieran devorando, el presidente me estrecho paternalmente la mano y llamándome por mi nombre me invitó a una de las sillas.”Si no fuera mucho pedir, nos gustaría que tomaras nota de nuestras principales inquietudes”. En una hora concluimos con las preguntas. A la media hora me gané el derecho a voz y propuse mantener ciertas posturas. Al cabo de dos horas di una agradable bienvenida en francés para sorpresa de todos los asistentes. Uno de los ejecutivos alemanes expuso la situación de la compañía. En sí no entendía muchos términos empresariales, a lo que felizmente me ayudo los cuadros. Al finalizar la reunión, se firmó la incorporación de la compañía a una de las más grandes cadenas de hoteles cinco estrellas europeas. Cansado del terno me propuse a despedir al presidente, quien estaba muy satisfecho.”Un momento, seré yo quien le acompañe a su nueva oficina”

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