domingo, 22 de noviembre de 2009

Nos gusta equivocarnos. Cuando elegimos pasar la noche juntos, cuando nos vestimos antes de que llegue mi madre, pero que nunca llega. Hemos aprendido en estos tiempos de encuentros que es elemental el espacio para la intimidad, aunque nuestra escuela de valores nos pegue el viento en la cara con los favores del infierno.

Es elemental y exquisito. Como la vez que nos untamos el cuerpo con grasa de abeja y terminamos probándonos hasta llegada la noche. Nosotros, como te vengo diciendo, somos seres únicos, capaces de asimilar el amor como ninguna otra bestia. Las bestias son el común, nosotros somos el deleite, la ventaja, el poder y la adrenalina infinita; hasta que llega mi madre, tu esposa.

No hay comentarios: