domingo, 22 de noviembre de 2009

Año de esfuerzo


Una llamada en Hong Kong, sorprende a mis recuerdos. La nueva filial, el sueño de cientos de mis ejecutivos es realidad. Un ansiado ascenso, un cambio en sus vidas, en su status ha comenzado.

Cuando conté de mi determinación de trabajar de auxiliar de limpieza a mis padres, me aconsejaron sobre cuestiones de humildad y ganarse la voluntad. Yo estaba convencido que llegaría lejos, como sea; así pasaran años. Mi enamorada en cambio, no estuvo de acuerdo conmigo. “Eres un incompetente, así pensabas luchar”. A las dos semanas terminamos la relación.

Pasó un año y ya me había ganado el aprecio de todos. Era el más joven, el que motivaba a quienes eran padre a que cumplieran esa misión de formadores y líderes para con sus hijos. Cuando conocieron a mi abuela, mi madre, se emocionaron mucho. En la universidad se abrieron cursos interesantes que coincidieron con el horario de mi tiempo libre, pasado mi turno de ocho horas. Había concluido dos semestres de alemán y francés, en modalidad de alumno libre o invitado, cortesía de mis dos maestras. Me gustaba mi trabajo, porque me daba la oportunidad de comunicarme hasta en esos idiomas. Mi inglés autodidacta iba bien, mi análisis y mi aporte motivacional de vocación, excelentes. A los seis meses, fui incorporado al Hotel Resort, con los beneficios del caso. Ese fue el balance de aquel año.

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