lunes, 29 de marzo de 2010

Luego de la Escuela



Camino a casa mis ansias de ver a Mickey aumentaban a cada paso que daba o a cada luz roja con que se detenía el microbús.

-¿Qué te pasa?-Preguntaba el chofer.-Si gustas nos detenemos un momento.
-No se preocupe don Máximo, estoy nervioso por mi mascota-Respondía mecánicamente.

La luz llegaba apenas a mi hogar, los árboles tenían que ver en parte. Aun con la mochila rebosante en la espalda, corría desesperado en busca de unas muestras de cariño y vaya que lo recibí en creces. Obviamente, al cargar a Mickey, me sentía el ser más afortunado del mundo.

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