martes, 21 de diciembre de 2010

Anita Powsky

No nos importaba si no tenía sangre en la cara, no nos importaba si amaba o no su trabajo. Sólo interesaba que se moviera con arte, con desenvoltura y que sonriera a la cámara con frenesí. Porque para eso habíamos conseguido esa cinta de video, para saber algo más de chicas como Anita Powsky.

Nunca imaginaríamos que Betty Boop y el correcaminos serían sus personajes favoritos. Ni que había vivido en New Yersey con una abuela que se prostituía, a pesar de su edad. Anita era nuestra diosa. Y sólo a ella teníamos que honrarla luego de apretar play o incluso desde el momento en que rebobinábamos, torpemente pulsando varias veces sobre este simbolito << .Así transcurrió nuestra adolescencia con ella.

Nosotros habíamos perdido todo interés con las chicas, nos habíamos sumido en el mundo occidental de la lujuria, en las penetraciones, en las corridas (incluyendo las de toros) éramos salvajes. Pero de pronto Anita nos aclaró todo. Nos hicimos responsables, fumábamos menos, nos acostábamos temprano y presentábamos nuestras tareas a tiempo a fin de poder honrarla, a fin de darles nuestra más preciada ofrenda: nuestras castas masturbaciones.

Anita ya no aparece más. Nuestras vidas transcurrieron normalmente. No ganaríamos decenas de miles de dólares como ella; pero al menos teníamos para comprar algunos útiles de aseo o bien salir con las chicas. Cuando quisimos hacer el recuento de los bienes y perjuicios, de los deleites y los daños a causa de Anita, nos dimos con la sorpresa que fueron durante dos cansados años. Pero eso ya no nos importaba.

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