miércoles, 23 de febrero de 2011

Voracidad


No soy bueno para las descripciones, mucho menos si se tratan de mujeres; sólo puedo afirmar que era el ser más hermoso que caminaba sobre la tierra. Su andar, su fragancia, su sonrisa, su voz y su mirada intensa, armonizaban perfectamente con mi oscuro y tétrico entorno.

Cuando la tuve, cuando llegué a incrustarme a su ser, sentí que el mundo era una falsedad. Sentí el vacío, sentí sólo mi cuerpo y mi arrogancia. No era ella, mucho menos yo en ella. Sólo era el frío, sólo era el frío cuerpo al que mi voracidad había acabado con su existencia.

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