domingo, 20 de marzo de 2011

Una Escena Teatral



Mathilde era modelo y llegó a la actuación de casualidad. Decían que cuando la llevaron al teatro la primera vez, quedó muy enamorada de la actuación. Tanto así que todos los fines de semana iba a cumplir religiosamente con su pequeño rol de espectadora. Uno de los directores, notando su entusiasmo le invitó a que formara parte de su próxima obra, pero como figurante.

Aquel día ella no pudo dormir y ensayaba cosas que ni siquiera sabía que le podía tocar. Hasta que actuó (en realidad apareció una sola vez). Su novio estuvo presente allí. Cuando terminó el espectáculo de su debut, hizo la pregunta habitual a su Adonis.

- Muy buena actuación, mi amor.

- Gracias Mark. Me esmeré tanto no sabes; te la dedico- dijo la agradecida figurante.

Mathilde se tomó en serio su nueva carrera y siguió estudios de arte dramático. Muy pronto tendría aburrido a Mark, con sus correrías a los ensayos; y el que usaba gasolina de noventa y siete octanos. Pero todo cambiaría, cuando tuvo que tener una escena de beso con un tipo salido de bellas artes y quien sabe antes de dónde; ella no estuvo tan feliz ni en la primera ni en la décima vez que besó a ese personaje llamado León. Ya había terminado con Mark para el cuarto beso (según él hubo lengua).

Pronto se aburriría del teatro y pasó a intentar castings de películas nacionales. El telón no terminó por avasallarla. Cierta vez Mark en una escena clave de uno de los castings, gritó sólo por joder “¡Corte!”, poniendo de aprietos a Mathilde. Ella perdió la batalla mas no la guerra. Así que mientras tanto ella continúa con sus ensayos de no sé que obra o personaje que sin duda lo han de llevar a ganar el Oscar, antes que el Globo de Oro.

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