Era la primera vez que me miraba al espejo con tanta inquietud. Si mi iris brillaba de más, si mi cabello estaba liso, si mis pestañas estaban bien definidas. Tantos pensamientos y ni siquiera ubicaba mi tarjeta de ingreso al trabajo, pero él estaba abajo y Norma…” ¿Ya tienes el resultado?”, “Ya falta poco, dame un cinquito”.
Pasado el cinquito, me acerqué donde mi galán, ya con los resultados. Todo estaba bien, incluso el lógico temblar de sus labios. Estaba nerviosamente lindo. Y no siquiera por mi espera le iba a extender una factura, “Aquí están tus resultados mi amigo”.
-¿Qué te parece si lo revisamos, mientras tomamos el café? –preguntó de pronto. No era lo que esperaba pero… -De acuerdo-…accedí.
Samantha O’hara me atendió por sexta vez con displicencia. Tiempo atrás uno de sus ex novios no aprobó una de sus evaluaciones, porque andaba pensando en su tarjeta de crédito. Sea como fuere no me importaba si ella era el centro de atención por ser atractiva, yo sólo iba a su negocio por el sabor de sus bebidas. Cuando mi feliz administrador, recibió el pedido del café, habían disminuido los movimientos de sus labios. Pero seguía nervioso.
- Por fin el café…permíteme-hizo un movimiento extraño como empujando la taza del café con el azucarero.
- Tres cucharadas por favor-me atreví a decir, casi orgánica.
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