jueves, 23 de julio de 2009

El Fin de “Mi Amigo el Silencio”

Hans daría el golpe número veinte dos y aquel frondoso árbol de dos cientos cincuenta pulgadas y de casi igual número de edad, se vino abajo.

Los niños tendrían un escondite menos para las noches de juego. Los pájaros ya no reposarían y empollarían como pollos de ser como gallinas. Así era el trabajo del hombre, posiblemente los niños entenderían eso el siguiente año para cuando lleven ciencias naturales en la escuela o bien cuando sigan los pasos de Hans (aunque provistos de motosierra); a diferencia de los pájaros, pollos o gallinas para ser más precisos.

La fábrica de papel se encontraba operando a unas cuantas millas del lugar. Nuestro amigo yacía parcialmente como revestimiento, precisamente las partes que más cuidaba en su juventud; la razón de su orgullo de adulto estacional. Muy pronto el proceso arrojó una muestra, luego otras doscientos cincuenta. La coincidencia fue a parar a una tienda de artículos de oficina, bajo una firma y un sello de calidad, que interrumpió y confundió por una semana de evaluaciones a los empleados.

Cuando Giovanni M. decidió escribir su autobiografía, tuvo muy en cuenta la calidad del papel. Llegado a la librería, se quedó admirado por el color y grosor del papel. Lo compró de inmediato.Cuando llegó a casa voló a su escritorio y comenzó a emprender su obra literaria, una autobiografía titulada “Mi Amigo el Silencio”.

Comenzó a escribir y llenar de frases, expresiones y palabras sobre las hojas. Su cuaderno de ideas poco a poco tuvo el fin que buscaba. Pero mientras recordaba y escribía se daba cuenta que su edad aún quedaba lejos y que poco a poco las hojas se terminaban. Cuando llegó a la página dos ciento cincuenta, apenas había cubierto los veinte cinco años de sus recuerdos. Ahí comprendió que su vida aún tenía para más.

Sin más reparos, y luego de pensar muchas horas, arrojo el manojo de literatura que tomó dos ciento cincuenta horas y lo arrojo a la chimenea.”Que otros se encarguen de mí” aseveró dispuesto a disfrutar un café, en uno de sus nuevos vasos de madera.

Santa Eulalia

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