domingo, 23 de mayo de 2010

Cuando muy niña, sus madres (considerando que la abuela tuvo que ver en cierto modo en su crianza) le explicaron muy bien cómo es que debían responder a los hombres por la calle, por si le ofrecían ayuda o si les consultaban por la ahora, aún no llevando un reloj pulsera en la muñeca; era tan simple como reformular la pregunta con un “¿Perdón?”. Pero esta vez le tocó alguien diferente.

-¿Ues glaa aveenira Angramoos aca? – Preguntó la voz.
-…-Dudo por un momento. –Es por aquí-Se animó a acompañar al turista.

Al llegar a la respectiva aveenira, la joven recibió una tarjeta del sujeto. Se trataba de un representante de ventas australiano que no recordaba la avenida del boleto de su valet parking. A los dos meses esta chica obtuvo una beca para estudiar inglés nada más y nada menos que en Australia. Esta vez se propuso firmemente, dejar de lado los consejos de sus madres. Total allá “todo es distinto, los chicos, los representantes de ventas, los relojes están colgados por todos lados…”

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