Mi madre acababa de traerme el prospecto de admisión cuando me fijé de repente en la postura de Mickey tras las cortinas de las ventanas que daban a la sala. No se trataba de un cachorro. Estábamos ante una bestia adulta y hermosa con la figura misteriosa que impone todo rey. Sólo que este rey tenía una casa.
“Mamá lo llevaré a pasear” En el acto propongo sacarlo más seguido conmigo. Como haciendo ejercicios, como saliendo por el parque o como escoltando junto con él a mi flamante enamorada. Y lo mejor de todo, que él no me pondría sus condiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario